La economía mexicana enfrenta todavía un entorno adverso y volátil
, advierte Alejandro Díaz de León, gobernador del Banco de México (BdeM). En ese contexto, plantea como necesaria
 la coordinación entre esa institución y las autoridades financieras que dependen del Ejecutivo. El banco central está y estará siempre en la mejor disposición de tener una buena coordinación y diálogo
 para mantener la estabilidad, dice en una entrevista con La Jornada, en la que ofrece su impresión sobre el encuentro que el mes pasado sostuvo con el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
Hay un entorno de incertidumbre, como es natural
, ante el cambio de gobierno, considera. Hemos detectado, por parte de la nueva administración, mensajes en el sentido de mantener un marco macroeconómico ordenado y prudente, y eso es adecuado para crear un entorno de estabilidad propicio para el crecimiento económico
.
Se muestra contrario a modificar el mandato de la institución, que hoy es mantener el poder adquisitivo de la moneda, para ampliarlo a fomentar el empleo y el crecimiento. Y, contundente, sostiene que la autonomía del Banco de México es un dique a crisis muy dolorosas
, como las ocurridas en el país hace unos años.
–¿Qué se debe esperar de la política monetaria en los siguientes meses?
–Estaremos siguiendo de manera muy estrecha el comportamiento de la inflación, de la actividad económica y de los posibles factores de riesgo que pudieran presionarla. Hemos enfrentado un entorno complejo, de inflación relativamente elevada. Los primeros meses de este año tuvimos una reducción de la inflación importante en los primeros cinco meses y después una secuencia de choques en la parte de los energéticos que la han incrementado de manera importante. El balance de riesgos para la inflación es al alza y esto complica el manejo de la postura de política monetaria, en un entorno en que seguimos enfrentando choques importantes, especialmente en lo externo, con alzas en las tasas de interés en Estados Unidos que han presionado los mercados de renta fija y accionarios. El entorno sigue siendo adverso y volátil, especialmente en lo externo.
En el ámbito interno, apunta, hay menos factores de incertidumbre, una vez alcanzado el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá. El alza internacional del petróleo –uno de los factores que determina el precio de las gasolinas– es un factor de preocupación en cuanto a la inflación general, añade.
–¿Considera que debe prevalecer la fórmula que hasta ahora se está utilizando para la determinación del precio de la gasolina (costo internacional del petróleo, de transporte, tipo de cambio e impuestos)?
–Yo no haría una recomendación puntual. Siendo este un ámbito claro de la Secretaría de Hacienda, hay elementos que se tienen que considerar, desde los impositivos a eventualmente subsidios. Lo importante es tener una estrategia clara y sostenible, asociada a los precios internacionales. Puede haber gradualidad en los ajustes y alternativas para mitigar la volatilidad en los precios, pero es una buena política pública que los precios reflejen los costos. Esto contribuye a que sean más sostenibles las políticas tarifarias.
–Hay una expectativa de cambio con el próximo gobierno ¿Qué papel jugará el Banco de México en este proceso que ya está en curso?
–Algo que hemos aprendido en años recientes es que para mantener un entorno macroeconómico sólido y de estabilidad es muy importante la coordinación entre las diferentes autoridades. En ese sentido, el Banco de México está y estará siempre en la mejor disposición de tener una buena coordinación y diálogo con el gobierno federal, precisamente para lograr el objetivo claro que tenemos de mantener el poder adquisitivo de la moneda.
–Hasta ahora el Banco de México y la Secretaría de Hacienda han mantenido, cada uno en su ámbito, alineadas sus políticas. El próximo gobierno ha anunciado planes que implican gasto público, un tema sobre el que el banco central se ha pronunciado. ¿Cómo ve en adelante las posibilidades de que se mantenga esa cooperación?
–Lo que hemos tratado de destacar es que hay un entorno de incertidumbre, como es natural. El paquete económico se presentará hacia mediados de diciembre, todavía falta tiempo y en ese paquete habrá muchas definiciones en cuanto al marco macroeconómico y la conducción de la política fiscal. Eso nos permitirá conocer con detalle cuáles serán los objetivos y las estrategias del gobierno federal. Cuando tengamos claridad sobre esos elementos habrá mucho más información para definir el entorno tanto para la economía como para la inflación. Destacaría que los mensajes que hemos detectado de la nueva administración han sido de tener un marco macroeconómico ordenado y prudente. Eso es adecuado para crear un entorno de estabilidad y propicio para el crecimiento.
–Se volvió a plantear recientemente el debate sobre modificar el mandato del Banco de México, para añadir a mantener el poder adquisitivo de la moneda, promover el crecimiento y el empleo. ¿Cuál es su opinión al respecto?
–El mandato del Banco de México refleja la convicción de que en los años anteriores a 1994, cuando fue dotado de autonomía, el uso inadecuado de la emisión de dinero del banco central dio lugar a situaciones macroeconómicas insostenibles que acabaron en crisis muy dolorosas para la sociedad. Es este el contexto en el cual nace y se define el mandato prioritario del banco. En la medida que podemos tener un entorno de estabilidad, donde la inflación no es un factor de preocupación, podemos tener a los actores económicos enfocados en ser más productivos y no en tratar de evitar las distorsiones y la erosión del poder de compra causado por la inflación. No hay un entorno de crecimiento sostenido sin estabilidad
En una economía como la nuestra se puede prestar a confusión un mandato ligado al crecimiento o al empleo, cuando en realidad la institución carece de los instrumentos para afectar dichos elementos. Me refiero a que el crecimiento está más asociado a factores como la adopción de tecnologías, la acumulación de capital y de capital humano y esos no transitan con la emisión de dinero primario y con la responsabilidad del Banco de México. En ese sentido, el mandato que tiene el banco es atinado, refleja la naturaleza real de los instrumentos con que cuenta y permite enfocarnos de una manera clara en el mejor uso de esos instrumentos.
Han pasado 25 años desde la promulgación de la ley que dotó de autonomía al Banco de México. ¿Sigue vigente?
–Por supuesto. Sentimos que ha sido un diseño institucional afortunado el del Banco de México, tanto a nivel de su mandato constitucional como a nivel de la ley que lo rige.
–¿El marco legal, tal como está diseñado, provee al Banco de México de las herramientas para preservar su autonomía?
–Nosotros pensamos que la ciudadanía tiene la convicción de que es muy deseable evitar situaciones de crisis, como las que hemos vivido en décadas anteriores, que son muy dolorosas. Se pierde en términos de actividad económica, empleo y de poder adquisitivo. Pierde todo mundo. Esta convicción acerca de lo útil que es tener una institución autónoma con un mandato claro para la estabilidad viene precisamente de cómo podemos extirpar la recurrencia de crisis, volatilidad e inestabilidad macroeconómica.
“La ventaja de darle al banco central un mandato a mediano y largo plazos, que es la estabilidad de precios, y que su junta de gobierno –órgano decisorio del banco– esté ajena al ciclo político es un buen mecanismo para que no sean horizontes a corto plazo los que determinen la conducción de la política monetaria. Esto se ha comprobado no sólo en el caso de México, sino en el mundo. Y de hecho no en casos muy lejanos. Este año tenemos dos economías a las que la falta de autonomía plena en sus bancos centrales ha contribuido a que enfrenten –junto con otros factores– un entorno especialmente adverso. Me refiero a los casos de las economías argentina y turca.â€
–¿Cómo ve que percibe la sociedad al Banco de México?
–A lo largo de los años, y este ha sido un esfuerzo desde el ámbito legislativo, del Ejecutivo y del propio banco, hemos consolidado una institución que fue creada en 1925. Es una institución que al paso del tiempo se ha ganado un lugar en la sociedad mexicana. Prácticamente todos llevamos en la bolsa un billete o una moneda que fue acuñada y puesta en circulación por el Banco de México. A veces hay elementos que hacen complejo nuestro actuar, pero sentimos que tenemos, si lo vemos de manera clara y directa, un actuar sencillo: nuestra obligación es poner en circulación moneda nacional y que esa moneda no pierda valor a lo largo del tiempo. En años recientes hemos buscado evitar periodos inflacionarios y que la inflación converja en la meta (de 3 por ciento). Apreciamos mucho la confianza que nos tiene el público y ello nos obliga y compromete a redoblar esfuerzos para que el dinero que con su trabajo gana una persona y que mantiene en su bolsa o en sus ahorros mantenga el poder adquisitivo.
–¿Cuál es la impresión que tiene de la reunión que sostuvo hace unas semanas con el presidente electo?
–Fue una buena reunión de trabajo. Estuvimos un muy buen tiempo, cerca de 45 minutos, platicando de diversos temas. Yo diría que fue un muy buen acercamiento, un buen diálogo y con un ánimo constructivo.
–¿Hubo alguna fricción, como se mencionó en algunos comentarios?
–Justo lo que refiero es que hubo un ánimo muy constructivo en la reunión. Fue un primer encuentro para identificar tanto la coyuntura actual en la que estamos, como algunos de los ámbitos de responsabilidad compartida que tenemos. En general diría que el ánimo fue constructivo y positivo.
–¿Cuáles considera que deben ser las prioridades que los distintos sectores de la sociedad deben atender en adelante?
–Hablaría de tres elementos: uno, mantener y conservar un entorno macroeconómico de fortaleza. En ese sentido, destacamos cuatro pilares: política monetaria (a cargo del banco central), política fiscal (responsabilidad de Hacienda), política cambiara y estabilidad en el sistema financiero (en la que intervienen ambas).
“Otros dos elementos que es importante atender y que por varios años han inhibido el desarrollo del país son la baja productividad y la falta de un adecuado estado de derecho. El primero tiene que ver con cómo podemos hacer más productivos a todos los sectores y actividades de nuestro país, y eso transita alrededor de tener mejor capacitación en la mano de obra, mayor acumulación de capital y mejor tecnología, que son elementos que redundan en incremento de la productividad.
Por otro lado, el Banco de México ha detectado en las encuestas que levanta de manera periódica entre analistas y empresarios, que la falta de estado de derecho es uno de los elementos que destacan entre los principales inhibidores de la actividad económica, en especial en lo que se refiere a la impunidad, la inseguridad y la corrupción.
–¿De qué manera piensa abordar el Banco de México el planteamiento del próximo gobierno (ya avalado en el Congreso) de que ningún servidor del Estado tenga un salario superior a 108 mil pesos al mes, que será el del Presidente?
–Entendemos el mensaje de austeridad, especialmente en esta coyuntura, pero también identificamos que es necesario tener un adecuado balance entre esta austeridad y poder fomentar y retener adecuado capital humano. Sentimos que a la sociedad se le sirve adecuadamente cuando se logra un buen balance entre estos dos elementos. Es un proceso del que ya hemos visto unos pasos en el ámbito legislativo, restan otros pasos que estarán por definirse. Yo destacaría que, desde nuestro punto de vista, es muy importante que podamos mantener un buen balance entre estos dos objetivos para poder ser más efectivos y cumplir cabalmente con nuestro mandato.
–¿Eso significa que no se adaptarían a esos límites o que lo van a ver?
–El Banco de México siempre ha cumplido cabalmente con el marco constitucional y legal, en ese sentido esperamos todavía a terminar de revisar el proceso y las definiciones que en esta materia se están dando. Pero sí destacaría que siempre hemos cumplido a cabalidad con el marco que nos aplica. Estamos atentos al proceso y esperamos poder lograr un buen balance entre estos dos objetivos.