Trump desafí­a advertencias de la comunidad judí­a y va a Pittsburgh

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El presidente Donald Trump viajó a Pittsburgh para consolar a los familiares de las ví­ctimas de la violencia antisemita y antimigrante que él mismo ha nutrido, desafiando mensajes de lí­deres judí­os contra su visita y denuncias de una amplia gama de organizaciones sociales de defensa de derechos civiles y de los migrantes.

Antes de partir, Trump continuó su ofensiva antimigrante –después de ordenar el enví­o de más de 5 mil soldados a la frontera– y anunció su intención de emitir una orden ejecutiva para anular el derecho constitucional a la nacionalidad de hijos de inmigrantes indocumentados que nacen en este paí­s, lo que fue interpretado como otra maniobra con más fines polí­ticos que legales, justo a una semana de las elecciones intermedias que determinarán el control del Congreso.

La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) emitó un comunicado en el cual afirmó: esto es un intento abiertamente inconstitucional para abanicar las almas de odio antimigrante en los dí­as previos a la elección.

En Pittsburgh, lí­deres judí­os habí­an enviado una carta firmada por más de 70 mil personas declarando que Trump no era bienvenido en esa ciudad hasta que condenara la supremací­a blanca y cesara sus ataques antimigrantes.

El alcalde de la ciudad, Bill Peduto, habí­a solicitado que la Casa Blanca escuchara a las familias y postergara la visita hasta después de los funerales, para no desviar la atención sobre las ví­ctimas, y este martes rehusó aparecer junto a Trump. La familia de uno de los fallecidos se negó al ofrecimiento de un encuentro con el presidente, como resultado de los comentarios inapropiadosdel mandatario.

Por cierto, lí­deres polí­ticos de ambos partidos decidieron no acompañar a Trump en su visita, entre ellos los dirigentes republicanos de ambas cámaras (el senador Mitch McConnell y el representante Paul Ryan) y los dirigentes de la minorí­a demócrata.

El peor ataque antisemita en la historia de Estados Unidos ocurrido luego de una semana en la que se perpetró el peor atentado de asesinato polí­tico en la historia del paí­s, con el enví­o de por lo menos 14 artefactos explosivos a figuras de la polí­tica nacional, incluyendo ex presidentes, vicepresidentes, legisladores y jefes de inteligencia, ha descarrilado la estrategia electoral del presidente y sus aliados.

Trump ha empleado la amenaza de la inmigración indocumentada como eje de esta elección, junto a sus advertencias contra socialistas y los medios enemigos del pueblo, pero esto fue interrumpido por los ataques reales de terroristas estadunidenses ultraderechistas motivados por la retórica del presidente contra otros estadunidenses.

Ante ello, se intensificó el debate sobre la relación entre la retórica del presidente y los actos de violencia, Trump ha buscado culpar a los medios por el odio y la hostilidad y ha insistido en continuar con su estrategia electoral antimigrante, a pesar de que el sábado Robert Bowers ingresó a una sinagoga y mató a 11 feligreses motivado justo por la retórica incendiaria del presidente y sus aliados sobre la invasión de una caravana de inmigrantes centroamericanos supuestamente apoyada y financiada por judí­os.

En tanto, el presidente y su esposa, Melania, llegaron a Pittsburgh esta tarde y acudieron a la sinagoga írbol de la Vida, donde ocurrió la matanza del sábado, acompañados de Ivanka y su esposo, Jared Kushner, que aparentemente sirvieron de escudos judí­os para un mandatario apoyado, en parte, por una base abiertamente antisemita.

Cientos de manifestantes se sentaron en medio de una calle cerca de la sinagoga y se voltearon para darle la espalda mientras estaba ahí­, reportó el Washington Post.

Mientras se realizaban los primeros funerales de las 11 ví­ctimas, el presidente visitó un hospital donde están internados algunos de los heridos.

Pero al mismo tiempo surgió otra controversia sobre el antisemitismo del régimen, cuando se difundieron un video y varios reportajes de un mitin electoral en Michigan, donde el vicepresidente Mike Pence oraba por las ví­ctimas del pasado sábado junto al lí­der de algo llamado Sinagoga Mesiánica, una secta cristiana evangélica que busca que los judí­os acepten a Jesús como el mesí­as.

Guerra antimigrante

Al insistir en que el tema migratorio es clave para preservar el control republicano del Congreso en las elecciones del 6 de noviembre, Trump afirmó que está considerando emitir una orden ejecutiva para revocar una cláusula de la 14 Enmienda de la Constitución –aprobada hace unos 150 años como triunfo del movimiento abolicionista poco después de la Guerra Civil– que establece que los nacidos aquí­ automáticamente tienen la ciudadaní­a estadunidense.

Sectores ultraconservadores que acusan que los inmigrantes llegan a este paí­s con el objetivo de que sus hijos nazcan aquí­ para ser ciudadanos –algo que llaman bebés ancla– han insistido durante décadas en que esta cláusula está mal interpretada y que este derecho es sólo para hijos de ciudadanos.

En una entrevista exclusiva con el sitio de noticias Axios, en la cual sorprendió con su posible propuesta, Trump afirmó –falsamente–: “somos el único paí­s en el mundo en el que una persona ingresa y da a luz a un bebé, y éste es esencialmente ciudadano de Estados Unidos (…) Es ridí­culo y tiene que acabarse”. Más de 30 paí­ses, la mayorí­a de América, incluidos México y Canadá, ofrecen el mismo derecho a la nacionalidad y/o ciudadaní­a para los que nacen en sus territorios.

Expertos legales, incluso un juez nombrado por Trump, indicaron que tal iniciativa serí­a confrontada de inmediato en tribunales, ya que un amplio consenso es que el presidente no puede modificar una cláusula de la Constitución con una orden ejecutiva.

Incluso, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, en una actitud inusual, se apartó del presidente en torno a este tema al afirmar que no se puede acabar con el derecho a la ciudadaní­a por nacimiento mediante una orden ejecutiva.

Por ello, casi todos entendieron que esto fue una declaración hecha con fines polí­ticos como parte de la estrategia para animar a las bases trumpianas, a unos dí­as de las elecciones intermedias en medio de una ofensiva antimigrante.

Trump también anunció de manera sorpresiva en entrevista con Fox News que todo solicitante de asilo que ingrese de manera ilegal a Estados Unidos desde México será enviado a lo que llamó nuevas ciudades carpas, donde serán encarcelados hasta que sus casos sean resueltos por tribunales. Advirtió: cuando los capturemos no los soltaremos. Mientras afirmaba esto, se contradijo al asegurar: no les vamos a permitir entrar al paí­s, ya que para eso ha enviado a otros 5 mil militares.

Mientras tanto, un lí­der religioso comentó a La Jornada que los inmigrantes de su comunidad ahora no sólo temen que llegue la migra a sus hogares, escuelas y/o trabajos, sino que ahora están asustados hasta de ir a sus iglesias por si llega un ultraderechista armado inspirado por Trump.

Este miércoles es Halloween y la portada del New Yorker resume el momento: una caricatura de un Trump sonriente caminando por una calle mientras personas disfrazadas para asustar corren huyendo de él. El cartón se titula Boo.

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