Interiores / Carlos López Arriaga
Cd. Victoria, Tam. Si mala es la corrupción (dice la gente) peor todavía es que aflore con lujo de opulencia, descaro y aquel exceso que (oiga usted) los lleva a una acumulación neurótica de fortunas, como si fueran a vivir 500 años.
En el mismo tenor, si malo es mentir, hacerlo de manera flagrante, con desfachatez y desvergí¼enza, es ruindad que hiere profundamente, porque a la ofensa de la falsedad se añade el cinismo.
El gobierno de ENRIQUE PEí‘A NIETO, errático en muchos aspectos, nos deja (al menos) dos de esas farsas insultantes que en un tiempo muy corto fueron desmentidas por los hechos.
Que la reforma energética tan ponderada por voceros del PRI y el PAN (PEPE TOí‘O MEADE y RICARDO ANAYA, entre otros) significaría, en lo inmediato, (1) la baja de las tarifas eléctricas y (2) el fin de los llamados “gasolinazosâ€.
Engaños obvios, hoy solo podemos pensar que fueron formulados a sabiendas de su falsedad y tan solo fueron esgrimidos para dar soporte a reformas montadas a la salud de intereses concretos y, por supuesto, contrarios al bienestar nacional.
Por ello, no tuvimos que esperar mucho para sufrir en carne propia el incremento infame de cobros eléctricos y también en los precios de los hidrocarburos.
Aunque el fenómeno no es nuevo y bien vale recordar lo que ocurrió con la privatización de las instituciones bancarias en tiempos de CARLOS SALINAS DE GORTARI.
El tema cobra vigencia hoy que el entrante gobierno de Lí“PEZ OBRADOR se está planteando meter en cintura a los bancos privados y poner un alto a las comisiones abusivas que cobran al cuentahabiente, entre otras linduras.
MENTIRAS CARAS
La banca nacida de la privatización salinista es otra de las gigantescas patrañas que se fraguaron y exhibieron frente a los ojos de la República, con embustes tan obvios como las cuentas de vidrio ofrecidas por PEí‘A sobre los cobros de luz y combustibles.
Argumentos del mismo talante. Permitir que los particulares, inversionistas modernos, empresarios nacionalistas, grandes capitales internacionales, participen del referido sector no solo traería una mejora en la calidad de los bienes y servicios relacionados, sino que los habrían de ofertar más baratos.
Lo decía SALINAS para justificar su venta de garaje, lo repetía el titular de Hacienda PEDRO ASPE y su vendedor en jefe, el entonces titular de la Unidad de Desincorporación de Entidades Paraestatales, JACQUES ROGOZINSKI.
Y de ahí se alargaba (ad libitum) el argumento por demás falaz, en torno a las bondades de la competencia, que haría palidecer al mismísimo ADAM SMITH, padre del liberalismo económico, el también llamado capitalismo popular.
Solo que ya no estamos en tiempos de SMITH, la igualdad de oportunidades hace mucho que fue derrotada por las grandes corporaciones de las que fue pregonero MILTON FRIEDMAN, profeta del neoliberalismo.
Implacable imposición de la codicia privada sobre el interés público que, en países del tercer mundo como México, encuentra un cómplice idóneo en el llamado capitalismo de compadres, con promotores activos como CARLOS SALINAS y VICENTE FOX.
Contra todos los ofrecimientos, la reprivatización bancaria jamás se hizo al mejor postor sino a favor de una camarilla de cómplices, socios, amigos cercanos, con apoyo del voto panista.
Es por ello que la banca patriota, profesional, competitiva, honesta, prometida por SALINAS, ASPE y ROGOZINSKI jamás llegó.
Y no fue patriota porque, en cuanto pudieron, los compradores revendieron sus activos a instituciones internacionales.
Vistas las cosas a la distancia, se diría, incluso, que solo fueron intermediarios, dueños temporales de un conjunto de bancos que en tiempo récord pasaron de propiedad estatal a control extranjero.
Por mencionar cuatro casos, sin lugar a dudas, ejemplares:
(1) El banco BITAL, entre cuyos socios se encontraba el empresario JUAN SíNCHEZ NAVARRO, sería traspasado al holding británico HSBC (Hong Kong Shangai Banking Corporation).
(2) BANCOMER de EUGENIO GARZA LAGíœERA pasó a manos del corporativo español BILBAO VIZCAYA.
(3) SERFíN, de ADRíAN SADA, fue revendido a otra institución ibérica, BANCO SANTANDER.
(4) Y el gigante BANAMEX de ROBERTO HERNíNDEZ quedó en manos de CITY BANK.
BANCA USURERA
Aunque lo grave es que (en unas manos o en otras) la banca mexicana jamás redujo sus tasas de interés a estándares internacionales, como lo prometieron SALINAS y su coro de aduladores.
Lo vemos en las tarjetas de crédito. Un análisis publicado el pasado viernes 9 de noviembre por la revista EXPANSIí“N refiere que, sumando tasas y comisiones, el Costo Anual Total (CAT) cargado al usuario, en ocasiones rebasa el 100%.
Otro trabajo, del 31 de octubre pasado, divulgado en la sección financiera del portal YAHOO, señala que el CAT promedio de la banca mexicana “se ubica en el 79.7%â€, rango que representa “casi el cuádruple†del cobro que aplican las tarjetas de crédito en Estados Unidos.
Explica EXPANSIí“N que los bancos “cobran comisiones por anualidad, pagos tardíos, reposición del plástico, disposición de efectivo, por inactividad y por pagos mínimosâ€, entre los cargos más relevantes.
Instituciones que, para colmo, “también cobran comisiones al usuario que deposita su dinero en el bancoâ€.
Subrayando al respecto que:
“Si ya las tasas reales que los bancos pagan a los ahorradores son ínfimas, estas se desvanecen cuando el banco cobra una comisión adicional por apertura, por manejo, por saldo mínimo, por emisión de cheques, entre muchas otras. En otros países, este tipo de comisiones son consideradas un abuso.â€
Oiga usted, nadie en su sano juicio podría etiquetar a EXPANSIí“N como una publicación populista, obradorista, izquierdista o “chairaâ€. Sus afirmaciones derivan de un análisis riguroso, objetivo.
Y mire lo que son las cosas. El alto costo del dinero que los bancos imponen a cuentahabientes contrasta de manera drástica (y por demás abusiva) cuando se prestan entre ellos mismos, a un interés bajísimo del 7.75% anual.
Nada que ver, en absoluto, con, la banca patriota, honorable, profesional, competitiva que le prometió SALINAS a los mexicanos cuando emprendió su vendimia de paraestatales.
Mentiras redondas, fiasco premeditado, como las promesas jamás cumplidas de PEí‘A cuando aseguró bajar las tarifas eléctricas y terminar con los gasolinazos.
Razón le sobra, pues, al nuevo gobierno de AMLO para someter al escrutinio público la actividad leonina de los bancos y sus métodos de usura programada, que disponen del ahorro nacional en beneficio de una pequeña élite financiera.
Dicho de otra manera, que los barones del dinero no vengan ahora a asustarnos con el petate del muerto.
Carecen de autoridad moral.
BUZí“N:Â lopezarriaga21@gmail.com
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