Después de la tormenta brilló el futbol vertiginoso de River y Boca

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No fue un partido cerrado. De sudor con el trabajo de zapadores. Por el contrario, Boca Juniors contra River Plate en la final de ida de la Copa Libertadores fue un vertiginoso combate entre jugadores orgullosos y repletos de dignidad. El marcador describe las condiciones de lucha. Empate 2-2 en la cancha de La Bombonera. Todo queda como al inicio. Todo está por definir en el duelo de vuelta, decisivo y emocionante, que se celebrará en el estadio Monumental de los Millonarios.

El partido debí­a disputarse la tarde del sábado, pero una tormenta le puso la nota dramática, de jugar con las emociones de los aficionados, que ya instalados en las gradas se enteraron de que el césped impedí­a cualquier deporte que no fuera acuático.

Y no. No fue un juego cerrado, como anticiparon los entrenadores de ambos equipos, adelantándose ante la posibilidad de que todo fuera trabado, con jugadores que no ceden ni un ápice del terreno, que van por todas las pelotas y no quieren desprenderse de ella en ningún momento.

Lo que aconteció en el barrio de La Boca fue un vibrante juego con idas y vueltas apasionadas, persecuciones en el marcador que arrancaron alaridos y la satisfacción de que lo que ocurrió merece ser recordado por mucho, mucho tiempo.

River Plate empezó mejor, pero también sufrió antes el primer gol del partido. En dos ocasiones estuvo en desventaja y logró recuperarse para concretar una igualada con sabor a triunfo como visitante.

Ramón íbila, a los 34 minutos, y Darí­o Benedetto, a los 45, fueron los encargados de dar las ventajas fugaces a los xeneizes durante el primer duelo de la inédita final entre los gigantes y clásicos rivales del futbol argentino.

Lucas Pratto logró el gol con el que River alcanzó por primera vez, a los 36 minutos. Carlos Izquierdoz se convirtió en villano con un tanto en propio arco, a los 61, que dejó el duelo empatado para la revancha, prevista para el sábado 24 de noviembre en el estadio Monumental.

Se trata de la primera vez que los acérrimos rivales argentinos se miden en la final del máximo certamen de clubes en Sudamérica.

Boca aspira a ganar la séptima Libertadores de su historia y así­ igualar el récord de su compatriota Independiente, apodado el Rey de Copas. River ha ganado tres.

Marcelo Gallardo, técnico de River, no pudo asistir a La Bombonera por sanción de la Confederación Sudamericana de Futbol (Conmebol). Ni siquiera pudo mantener comunicación con sus jugadores durante el partido. Aún así­, habrí­a conseguido despistar a su rival boquense Guillermo Barros Schelotto.

Y en el comienzo del duelo, River fue claramente superior, sin amedrentarse por la presión de una Bombonera donde no cabí­a un alfiler desde una hora antes del encuentro. Todas las tribunas estaban colmadas de hinchas boquenses, pues se resolvió que por seguridad ambos duelos se realicen sin público visitante.

Boca sufrió la baja del delantero Cristian Pavón por una lesión muscular. El atacante, quien jugó el Mundial de Rusia para Argentina y es considerado titular indiscutido, se retiró llorando.

En su lugar ingresó Darí­o Benedetto, ex jugador del América mexicano y artillero que llegaba en estado de gracia con tres tantos convertidos en semifinales ante Palmeiras.

En su momento de mayor desconcierto, Boca se encontró con la ventaja. Ramón íbila remató con la derecha, pero Franco Armani tapó con el pecho; el rebote quedó otra vez a merced de íbila, quien no perdonó con la zurda.

Apenas un minuto duró la ventaja. Una jugada desde media cancha y River empató el partido. Lucas Pratto, con pasado boquense, recibió un pase cruzado de Martí­nez; le ganó en velocidad a Lisandro Magallán y definió con disparo cruzado.

No un balde de agua, sino una piscina completa y helada la que se derramó sobre los fanáticos xeinezes. Pero antes del descanso, Boca tomó otra vez ventaja con un tiro libre del colombiano Sebastián Villa que Benedetto cabeceó de espaldas a la porterí­a, pero ante todas las facilidades que le dio la pésima marca del colombiano Borré.

El equipo de Gallardo respondió con la misma receta para poner el 2-2. Pity Martí­nez lanzó un tiro libre al corazón del área. En su ansiedad por despejar, Carlos Izquierdoz, ex de Santos Laguna, se anticipó a Pratto, pero terminó por meter el balón en propia meta.

Carlos Tevez, relegado al banco, ingresó y tuvo una clara de gol poco después con un remate que pasó cerca de poste derecho. A 10 minutos del final, Boca sufrió la segunda baja en sus filas: el lateral Leonardo Jara, por una contractura.

Casi para terminar el partido, Tevez habilitó a Benedetto, quien estuvo a nada de liquidar a su presa, pero se topó con la figura del arquero Armani, inspirado y oportuno en una jugada que podrí­a significar media copa para River.

Tevez gritaba enfurecido a sus compañeros para que dejaran la cancha con dignidad. ¡Cabeza arriba! ¡Cabeza arriba!, rugí­a el veterano xeineze.

Con menos euforia que al comienzo, la hinchada de Boca igual reconoció a sus jugadores y los despidió al grito de daremos la vuelta en el Monumental.

De persistir el empate en el marcador en la serie final, jugarán 30 minutos de tiempo extra y de no haber un ganador definirán el tí­tulo desde el manchón del tiro penal.

Pratto resumió: En el primer tiempo fuimos mejores; en el segundo las cosas se emparejaron. Ahora todo será definir en el Monumental, un partido que será de matar o morir. Afortunadamente tuvimos lo necesario para empatar este juego.

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