Un grupo de migrantes centroamericanos, integrantes de la segunda caravana que llegó ayer a la capital del país, acudió a la Basílica de Guadalupe para dar gracias por mantenerlos en pie y pedirle protección por el camino que aún les falta por recorrer hacia Estados Unidos.
De manera ordenada entraron al recinto, se arrodillaron, inclinaron la cabeza, algunos apoyaron sus manos en sus rostros, otros las abrieron como para recibir la bendición. Guardaron silencio, cada uno en su mente agradeciendo lo obtenido, y oró porque la fuerza no se quiebre.
Algunos derramaron lágrimas, era la emoción de estar en este recinto, la fe y el recuerdo de sus familias que dejaron en sus países.
Kevin Gallardo de 25 años, originario de Honduras, pidió a la Virgen llegar al norte. Las lágrimas que derramó fue por el recuerdo de su madre y abuela, ambas son la razón por la que decidió dejar su país, para darles una vida mejor. La fuerza para seguir adelante, dijo, “sale del corazónâ€.
Para Luis, de 35 años, estar frente a la Virgen de Guadalupe fue un sueño hecho realidad. El joven salió de Honduras también en busca de una mejor vida, allá dejó a su familia: Dos hijos y su esposa. “Esto es lo más lindo que he vistoâ€, dijo al entrar a la capilla del cerrito.
El padre Francisco Javier, capellán de coro de la Basílica, les dio la bendición en la capilla de bendiciones.