«Nosotros, cristianos de Yemen, te queremos»: esta pequeña pancarta, alzada durante una misa del papa Francisco el martes en Abu Dabi, simbolizó sin duda el carácter cosmopolita de esta asamblea religiosa, única en su género.
El estadio «Zayed Sport City» no pudo albergar a todos los fieles llegados de los cuatro rincones de Emiratos árabes unidos y de otros lugares.
Todos convergieron hacia la capital, que vive desde el domingo al ritmo de la visita papal, la primera de un pontífice a la península arábiga, cuna del islam.
El vecino Yemen, azotado desde hace cuatro años por una devastadora guerra a la que se añade una enorme crisis humanitaria, estuvo presente en los pensamientos de Francisco.
El pontífice inició su visita diciendo que oraba por los yemeníes y luego exhortó el lunes, en una reunión interreligiosa, a la paz en este país pobre por el que se introdujo el cristianismo en la península arábiga en el siglo 19.
«Jesús está aquí»
Un inmenso clamor se elevó en el estadio cuando llegó el papa. El «papamóvil» se detuvo para permitir que Francisco bendijera a dos niñas que salieron de la muchedumbre y acudieron hacia él.
El fervor era evidente en la multitud, en la que según la iglesia local había un centenar de nacionalidades, y que se instaló en el interior y el exterior del estadio, donde se instalaron pantallas gigantes.
El número de participantes osciló entre 120 mil y 170 mil según las fuentes. Los organizadores esperaban a 135 mil asistentes.
Unos 4 mil musulmanes estaban presentes, y también se pudo ver a mujeres con sus abayas negros –mantos que usan las musulmanas–, y llevando tacones de aguja.
«Jesús está aquí hoy para bendecir a todo el mundo, no solamente a los cristianos» dijo a la AFP Lucy Watson, una india de 61 años. «Y si sigo hablando, me voy a poner a llorar», agregó.
«Es una ocasión única para ver al papa con mis propios ojos» asegura esta mujer.
El mismo papa, Jorge Bergoglio, hijo de inmigrantes italianos que creció en una Argentina multicultural, aludió a las dificultades de las personas desarraigadas.
«Para ustedes no es fácil vivir lejos de sus hogares (…) y de sentir la ausencia del afecto de las personas más queridas, la incertidumbre del futuro» dijo durante su homilía pronunciada en italiano, y traducida en árabe por los altavoces.
El papa celebró excepcionalmente la misa en inglés, frente a una gran cruz.
«Son ustedes un coro que tiene variedad de naciones, de idiomas y de ritos», dijo al saludar la «alegre polifonía de la fe» que construyó la Iglesia.
La población de Emiratos árabes unidos está integrada en un 85% por extranjeros, entre ellos millones de trabajadores del sur de Asia.
La esperanza de un milagro
La muchedumbre, parte de la cual fue transportada a bordo de 2 mil autobuses, esperó largamente en el estadio, engalanado con los colores del Vaticano.
Para Kaushala Fonseka, una joven de 25años, ésta es la segunda misa a la que asiste tras la que Francisco celebró durante una visita a su país, Sri Lanka, en 2015.
«Tengo el privilegio de haberlo visto dos veces en mi vida», dice la muchacha a la AFP.
Pero duda cuando se le pregunta qué espera de la visita papal.
«Siempre se pueden producir milagros» susurra. «Es todo lo que puedo decir», agrega.
La india Célestine Saldanhana, qui vive en Emiratos árabes unidos desde hace 20 años, cree que lo más importante es la bendición del papa a su familia.
«Sólo aspiro al bienestar de mi familia», afirma.