Atizan la guerra sicológica contra el paí­s bolivariano

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 íšltima hora en Venezuela. El momento ha llegado, anuncia el mensaje transmitido masivamente a través de cadenas de WhatsApp. La comunicación se acompaña de imágenes de militares colombianos y estadunidenses acantonados en la ciudad fronteriza de Cúcuta, Colombia, a punto de entregar asistencia humanitaria en Venezuela.

Otras supuestas notas informativas que circulan profusamente por las redes sociales van aún más lejos y narran cómo soldados venezolanos se unen a las tareas de distribución de ví­veres y medicinas, ante el júbilo de la población local.

En la misma dirección, el opositor José Manuel Olivares, diputado de la Asamblea Nacional, dijo el pasado 3 de febrero en un tuit: “Informamos a toda Venezuela que en pocas horas estaremos en Cúcuta, coordinando la llegada de la Ayuda Humanitaria. Gracias a @USAID, @StateDept, @WhiteHouse, Congreso de USA y al presidente @ivanDuque por hacer esta ayuda una realidad”.

La noticia es falsa, como lo son las otras. Las pocas horas del diputado Olivares se convirtieron en dí­as y, por lo pronto, no hay en esta ciudad colombiana de unos 630 mil habitantes, movimientos en este sentido. El cruce fronterizo más transitado entre Colombia y Venezuela, punto de paso para el huachicoleo de gasolina venezolana a su paí­s vecino, sigue cerrado al tránsito vehicular.

Pero, más allá de ser piezas en la guerra sicológica en marcha contra el presidente Nicolás Maduro, los embustes muestran con claridad el siguiente paso en la hoja de ruta que piensan dar quienes buscan potenciar un gobierno paralelo en Venezuela: la utilización de una supuesta crisis humanitaria y la entrega de asistencia para paliarla, como ví­a para escalar la confrontación y abrirle paso a una posible intervención militar extranjera.

El titular de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, que el pasado 23 de enero se autoproclamó presidente encargado de Venezuela, ha hecho de esta carta el centro de sus intervenciones polí­ticas. El 2 de febrero le escribió una misiva al secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, solicitándole poner en marcha mecanismos de apoyo para hacer frente a la crisis humanitaria.

No tuvo mucha suerte: Guterres le respondió, refiriéndose a él como presidente de la Asamblea Nacional y no como presidente encargado, diciendole que la ONU está lista para aumentar sus actividades en Venezuela en las áreas de la asistencia humanitaria y desarrollo, pero con el consentimiento y la cooperación del presidente Maduro. De paso, ofreció sus buenos oficios para tratar de lograr una solución polí­tica a la situación que se vive en ese paí­s.

Ante el golpe de la ONU, Guaidó optó entonces por acercarse a quienes están de acuerdo con él, y convocó para el próximo 14 de febrero a una conferencia sobre asistencia humanitaria, en la sede de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en Washington.

De inmediato, los aliados e impulsores de Guaidó entraron al rescate. El 3 de febrero John Bolton, consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, informó que su paí­s está movilizando y transportando la ayuda humanitaria en respuesta a la solicitud de Guaidó.

Dí­as antes, el 24 de enero, el secretario de ese paí­s, Mike Pompeo, habí­a anunciado que su gobierno está listo para brindar más de 20 millones de dólares en asistencia humanitaria al pueblo de Venezuela para enfrentar la escasez de medicamentos. Y el 5 de febrero la Comisión Europea anunció este martes una ayuda de 5 millones de euros más para afrontar la crisis en este paí­s.

La iniciativa opositora ha enfrentado grandes obstáculos. A pesar de que la Asamblea Nacional anunció que la Cruz Roja Internacional serí­a una de las entidades claves en la organización y distribución de la ayuda a la que convocó su presidente, este organismo rechazó participar. A través de un comunicado conjunto publicado el lunes, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja, así­ como la Media Luna Roja, pertenecientes a la ONG Cruz Roja, informaron que no pueden participar de la entrega de ayuda humanitaria a Venezuela desde Colombia, mientras no haya un acuerdo previo con el organismo.

El gobierno venezolano ha advertido lo que está en juego en este pulso. El pasado 4 de febrero el presidente Maduro, ante un grupo de artistas e intelectuales venezolanos y extranjeros, se refirió a esta nueva fase del conflicto. “Con este show de la ayuda humanitaria quieren hacerle ver al mundo que Venezuela no puede. Venezuela no tiene que mendigar a nadie. Quieren humillar al pueblo de Venezuela”, dijo.

Y añadió: Que si están entrando por Cúcuta. Acá en Venezuela no va a entrar nadie, ni un soldado invasor, venga de donde venga, ¿o es que no tenemos una fuerza armada con suficiente capacidad para defender a Venezuela?, comentó.

Convertir a Cúcuta en zona de operaciones para distribuir ayuda alimentaria por la fuerza tiene muchos riesgos. El territorio colombiano en el que se asienta en esa ciudad fronteriza es un polvorí­n. Abundan armas de grueso calibre en manos de todo tipo de fuerzas irregulares. Allí­ opera el cártel mexicano de Los Zetas, grupos dedicados al huachicol, el Ejército de Liberación Nacional y disidentes de las FARC que rechazan el proceso de paz. Precipitar un conflicto polí­tico con Venezuela desde ese territorio puede provocar un incendio de consecuencias insospechadas.

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