Tapachula .- Instalado en un camión, un militar mexicano observa un desfile de imágenes en la pantalla de su ordenador. Sus ojos buscan formas humanas escondidas en vehículos; las de migrantes clandestinos.
En una carretera, cerca de la frontera entre México y Guatemala, las autoridades desplegaron un scanner para detectar migrantes que tratan de escabullirse para seguir rumbo al norte con el sueño de pasar a Estados Unidos.
Algunas decenas de metros más allá, se divisa otra barrera. Guardias fronterizos revisan minibuses y taxis y verifican la identidad de los pasajeros bajo la mirada de policías federales.
(Desde el pasado mes de enero, las medidas para reforzar la frontera sur se habían implementado. Aunque, a la luz del más reciente cuerdo entre México y EU, la que es consideraba la puerta principal de entrada de los migrantes centroamericanos se verá reforzada con más controles de vigilancia tecnológica y retenes militares.
De hecho, México se había comprometido a hacerlo en conversaciones secretas en marzo, según funcionarios de ambos países citados por el diario The New York Times.
Y el acuerdo para expandir un programa que permite a los solicitantes de asilo permanecer en México mientras se procesan sus casos se había alcanzado en diciembre, señalaron esas fuentes).
Esa movilización es parte del acuerdo sobre inmigración alcanzado el viernes por Estados Unidos y México y que evitó la imposición de aranceles de 5% a todos los productos exportados al poderoso vecino de norte .
«Estamos aquí las 24 horas», dice uno de los agentes.
De pronto, las autoridades detectan una familia de emigrantes. Padre, madre y tres hijos, incluido un bebé. Los cinco acaban en una camioneta de vidrios enrejados para su probable expulsión.
Desde enero, la cantidad de arrestos de inmigrantes clandestinos en México se ha triplicado al pasar de 8.248 a 23.679 en mayo. Las expulsiones también aumentaron y llegaron el mes pasado a 16.507.