Protestan carretoneros frente a palacio municipal

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Por Jesús Rivera

Un grupo de carretoneros, encabezados por el abogado Marcelo Olán Mendoza, irrumpieron esta mañana en el edificio de la Presidencia Municipal en espera de dialogar con autoridades sobre la disposición de eliminar el antihigiénico y obsoleto sistema de recolección mediante bestias de tiro.

Hasta ahora se tiene un padrón de más de 900 personas que se dedican a esta actividad, en dos principales centros de disposición de desechos sólidos: El basurero Las Calabazas, ubicado hacia el norte del centro de la Ciudad, junto al rí­o Bravo y el vertedero Las Anacuas, al sur de la populosa colonia Benito Juárez.

Con pancartas y gritos, los manifestantes pretenden dejarse escuchar, bajo el argumento de que se quedarán sin su ingreso familiar y que tienen hijos pequeños que alimentar.

Marcelo Olán Mendoza, quien se identificó como representante legal, encabezó a este grupo de carretoneros, que durante muchas décadas han prestado el servicio ante las deficiencias en el sistema municipal de recolección y disposición de la basura doméstica.

En entrevista, destacó que no están en contra de que ya no haya carromatos tirados por animales y que éstos sean cambiados por vehí­culos de tracción motriz, sino que muchos de ellos no cuentan con la solvencia económica para adquirir un vehí­culo a gasolina.

Por lo anterior, decidieron bloquear parcialmente la entrada de la Presidencia hasta en tanto alguna autoridad baje a dialogar con ellos.

El Municipio les ofreció apoyarlos con capacitación para el autoempleo, a quienes no puedan seguir con esta actividad.

Otra opción es colocarlos en alguna empresa maquiladora que requiera mano de obra.

En la actualidad, segúnd atos de INDEX, hay en Reynosa un déficit de entre 12 y 13 mil trabajadores.

El tema de los carretoneros recuerda el caso de los «barrileros» que prestaban el servicio de distribución de agua potable entre los habitantes de Reynosa en los años en que no habí­a lí­quido entubado.

Con la introducción de las primeras lí­neas de agua, se acabaron los «barrileros» y sólo ha quedado su imagen estampada en viejas fotografí­as.

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