Covid-19: Ignorancia E Información.

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Desde Esta Esquina.

Meliton Guevara Castillo.

28.03.2020.

 

¿Qué factor favorece la longevidad? Hace mucho tiempo leí­ que una investigación de Ramón y Cajal, allá en España, saco a relucir que un favor es la ignorancia: que las personas alejadas, vamos pues, de la civilización, que tení­a poco acceso a la información cotidiana viví­a más. Y que, eso sucedí­a, porque tení­an poco o menos stress que el resto.

No preocuparse de lo que sucede a nuestro alrededor sin duda, es una tarea muy difí­cil, al menos hoy en dí­a, que las redes sociales, esas que Umberto Eco, llamo estúpidas, porque es tal la información, que es difí­cil discernir sobre cuál es buena o mala, o tan simple, cual es verdadera o falsa.

LA PESTE Y EL MIEDO.

En las redes sociales se difunde una fábula. De cómo en un camino, unos viajeros, fueron alcanzados por la peste; y que les dijo: voy por cinco mil personas de la ciudad. Y que luego, cuando la peste regresa, se encuentra y le recrimina: no fueron 5 mil, fueron 15 mil y que la peste les contesto: yo fui solo por 5 mil, los otros murieron de miedo… Esa es la cuestión.

¿Cómo estamos viviendo la pandemia de COVID-19? Estamos, sin la menor duda, entre dos posturas. Por un lado, aquellos que dicen que no pasa nada y que, incluso, desdeñan las recomendaciones de la autoridad y del sector salud; y están, obvio, los otros, los que, quizá no apanicados, pero si con algo de miedo, demandan que el gobierno tome medidas más drásticas.

INFORMACIí“N O DESINFORMACION.

Recibimos todo el dí­a, las 24 horas, un incalculable volumen de información sobres el COVID-19. Una es oficial: que lleva un registro, digamos minucioso, del desarrollo y avance de la pandemia y de cómo, unos y otros paí­ses, han tomado decisiones. Como es información oficial, muchas de las veces pensamos que no es suficiente, ni completa. ¿Los contagios, los positivos y negativos, los fallecidos son reales o maquillados?

Y hay, por otra parte, mucha información sobre el estado actual del sistema de salud: que hay desabasto, que no cuentan con la infraestructura y el equipo necesario y apropiado; en tanto que el gobierno anuncia más y más dinero, que el ejército y la marina operaran hospitales y ya están contratando médicos, enfermeras y hasta personal de intendencia.

EL VALOR DEL MENSAJE.

Todos los mensajes tienen una tendencia, un propósito: de ahí­ que el destinatario al recibirla, necesariamente tiene que manifestar un impacto. Una información, la que denuncia que el sector salud no está preparado, obvio, crea confusión, miedo, temor; miedo a pensar, a creer, que el gobierno no está preparado y que, más menos, por negligencia pueden morir más pacientes.

La cuestión, en este caso, es el contexto: lo que sucedió en China, lo que está sucediendo en Italia y España, y no se diga en Estados Unidos. Ese conocimiento nos obliga a tener, o a tomar, conciencia de que tarde o temprano, vamos a vivir las tres etapas: y que la última, si no estamos

preparados, puede ser igual o peor que la vivida en Italia. Difí­cil soslayar el efecto de estos mensajes.

EL MEJOR MENSAJE.

Lolita Ayala en una promoción televiso establecí­a: “Información que previene”. Y eso, sin la menor duda, es lo que debemos considerar: hay información técnica, económica, pero en estas circunstancias, el mensaje más positivo tiene que ver con aquel que nos involucra en la solución: y esa inicia con nosotros, que nos cuidemos, que sigamos con las recomendaciones sanitarias y, entiéndase, de sana distancia.

Si nosotros hacemos lo que nos corresponde y, aun así­, nos contagiamos, pasamos a otro nivel: dependiendo de cómo reaccione nuestro cuerpo, podemos depender del sistema de salud gubernamental. Y, a partir de ahí­, el mejor mensaje son los resultados: que el gobierno tenga, pues, capacidad para atender a todos y no llegar, como apunta Italia, a la fase 4: la medicina de guerra.

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