La imposibilidad de, al menos a corto plazo, ver a los aficionados volver a los campos de juego cuando se puedan reanudar las competiciones deportivas, ha llevado a las Grandes Ligas a mirar la posibilidad de comenzar la temporada en las sedes de entrenamientos de primavera que tienen establecidas los 30 equipos en los estados de Florida y Arizona.
Varios informes periodísticos señalan que ese es el último plan en el que trabajan las Grandes Ligas después que el comisionado Rob Manfred participó el sábado, junto con otros 11 máximos responsables de las ligas profesionales de Estados Unidos, en conferencia telefónica con el presidente Donald Trump.
El encuentro, el primero que se dio desde que el pasado 11 de marzo la NBA ordenó la suspensión indefinida del torneo, medida que fue adoptada por el resto del deporte profesional y universitario en Estados Unidos, confirmó que la vuelta a la normalidad en el país no se dará al menos en cuatro meses más.
Lo anterior es visto por las Grandes Ligas como la confirmación que deben seguir trabajando en otros planes que les permitan, cuando menos, iniciar la temporada regular, que debió darse hace nueve días, aunque sea sin aficionados en las gradas.
De esta manera, cada vez adquiere más fuerza la de hacerlo en las sedes de los campos de entrenamiento de primavera, donde la asistencia de aficionados ya era reducida en los partidos de exhibición.
Lo anterior significa que las posibilidades de disputar partidos en los estadios de cada equipo este verano con los aficionados en las gradas se están volviendo «cada vez más remotas».
A la vez, tratar de albergar a los 30 equipos de las Mayores en dos áreas geográficas sería «extremadamente complejo y potencialmente controvertido» en medio de la pandemia de la COVID-19 que afecta a todo el país y que ya ha dejado más de 9.200 personas fallecidas.
La propia oficina del comisionado admite que existen numerosos obstáculos que habría que superar antes de hacer realidad el plan de las sedes de los campos de entrenamiento de primavera.
Especialmente, las Mayores necesitarían crear un sistema de pruebas médicas que garantizasen que ningún manejador, entrenador, jugador, trabajador de televisión u otro empleado estuviera enfermo cuando llegara a la sede establecida para competir.
También debería establecer el sistema sin perjudicar la labor de los trabajadores de la salud y mucho menos utilizar los recursos de la comunidad local para llevar adelante ese control sanitario.
Además, las Grandes Ligas y el sindicato de jugadores también necesitarían llegar a un acuerdo sobre cómo manejar los ingresos perdidos de la venta de entradas, concesiones y otras compras que se generan en los estadios.
El presidente Trump animó a los comisionados de las ligas profesionales a que pidiesen ayuda federal a través de la eliminación de impuestos.
Los jugadores ya están listos para recibir salarios prorrateados en función del número de partidos jugados debido a un acuerdo previo con la liga.
Todo lo anterior significa que las Grandes Ligas no tienen prácticamente margen de error a la hora de evitar que alguien de positivo al coronavirus, lo que de nuevo significaría la suspensión inmediata de la competición.
El propio Manfred emitió un comunicado el 26 de marzo, que originalmente estaba programado como Día de Apertura de la temporada 2020, diciendo que la liga tenía la «determinación inquebrantable necesaria de hacer posible la competición dentro del béisbol profesional que sirviese de ayuda a la hora de superar la difícil situación a la que se enfrenta todo el país.
«A lo largo de nuestra historia, el béisbol nos ha ayudado a superar tiempos difíciles», destacó Manfred. «El béisbol continuará estando aquí para ustedes mientras enfrentamos estos desafíos juntos como comunidad, y esperamos con ansias el momento en que podamos regresar al campo de manera segura y escuchar las palabras ‘jugar a la pelota'».
Sin embargo, en ningún momento, Manfred en todas sus intervenciones públicas ha proporcionado un calendario probable de cuándo será posible reanudar el torneo.