Por Melitón Guevara Castillo.
Ya va a cumplir Américo Villarreal Anaya un mes en el gobierno. Y aun, en el contexto estatal de la política, observarnos que la lucha por el poder, vaya pues, no es tras bambalinas. Está a la vista de todos, en conferencias, en decisiones, en acciones. Y cuando hay lucha, al final, alguien va a ganar; claro, tiene que haber un desgaste o, de plano, alguien que pierde… que puede ser castigado o hasta destruido.
¿Por qué, o para que, se quiere el poder político? En principio, se acepta que es adictivo: quien tiene, quiere más y, sobre todo, no lo quiere dejar. Por eso, los Presidentes de ´México, en su momento, han soñado con reelegirse o cuando menos dejar a un sucesor. Ahí tienen a AMLO, intenso, obsesivo, con heredar el poder a una de sus corcholatas.
ESCARAMUZAS POR EL PODER.
Quienes vivimos en Tamaulipas, que observamos el cotidiano quehacer político, fuimos testigos de cómo Francisco Javier García Cabeza de Vaca ejerció el poder; y, de todo lo que hizo para conservarlo, de entrada, haciendo que su hermano fuera senador y luego hizo a una familiar política alcaldesa capitalina. Al final, hizo cambios en la composición de la administración pública y en el Poder Judicial, para blindarse, se dijo.
Iniciado el gobierno de AVA, los acontecimientos son evidentes y muestras de que el poder en Tamaulipas está en juego. Por un lado, la federación anuncia una nueva orden de aprehensión en contra del exgobernador; en tanto que AVA, por su parte, ya no ratifica al magistrado que por seis años presido al Poder Judicial. Y ahora, hace días, nos enteramos que el fiscal anticorrupción ya no lo es, porque no aprobó el examen de confianza.
CONSEGUIR PODER.
AVA llego al poder, en términos de Maquiavelo, por las armas de otros: en principio, por el factor AMLO y MORENA; y en segundo, por el desencanto que generalizado, hizo que los panistas mordieran el polvo. En pocas palabras, hagan de cuenta, que fue por la suerte, unos dicen que por el apellido. Llega, además, con algunos puntos negros de “malas compañías” y, hasta el día de hoy, vemos que siguen machacando sobre lo mismo y, además, con nuevos hechos.
Para legitimarse, o adueñarse plenamente del poder, Américo tiene varias tareas: 1) Sacudirse las barreras u obstáculos que le dejaron los panistas: recuperar, pues, el control del Congreso, del Poder Judicial, de la Fiscalía General de Justicia, entre otras cosas; 2) Cumplir al pueblo, hacer que la 4T sea efectiva, y no promesa; que se vean, en los hechos, el trabajo gubernamental. Américo prometió, AMLO ofreció y hay mucho que arreglar.
Los nombramientos emitidos causaron, en primera instancia, buen sabor de boca, porque son gente de aquí, de Tamaulipas; pero, al mismo tiempo, un desagrado, porque buena parte de ellos tienen un pasado que no corresponde, no contiene, con los principios de no robar, no mentir y no traicionar.
AMAR Y ODIAR.
El gobernante debe conseguir que el pueblo lo ame, que apruebe su gobierno; AMLO se ha mantenido bien. Y esa es la cuestión para AVA: no puede lastimar más al pueblo y puede lograr que lo acepten, lo aprueben. Haciendo un buen gobierno. Y aunque él es el responsable final, las expectativas sobre algunos de sus colaboradores, de que no tienen experiencia y si buenos padrinos, pueden hacer que las cosas no salgan bien, bien por él y para el pueblo. Cosechan lo que siembran y, basta advertir, que el panismo como gobierno no se ganó el favor del pueblo.