DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.
11.11.2022.
APRENDIENDO.
A mi edad puedo, fácilmente, afirmar que la vida es un cotidiano aprender: desde que nacemos hasta que nos vamos al eterno oriente. Aprendemos a caminar. Y en el transcurso de la vida aprendemos, por ejemplo, sobre la naturaleza humana, de sus ambiciones, de su moral; también aprendemos del sistema político, de sus protagonistas, nos percatamos que las ideas y postulados son solo eso, que las acciones se mueven por otras motivaciones.
Aprendemos, también, sobre nosotros mismos: aplicamos eso de “conócete a ti mismo”, y nos damos cuenta de nuestras limitaciones, pero también que se pueden obtener éxitos en la medida que somos consecuentes en la responsabilidad, en la perseverancia, claro, teniendo claro metas y propósitos. La vida está hecha, confeccionada, pues de enseñanzas, de lecciones, de decisiones y acciones.
EL SER HUMANO.
En la medida que vamos creciendo conocemos, por ejemplo, que en la vida existe el bien y el mal; que unos son soberbios, vanidosos y que otros muestran, día con día, que son capaces de hacer el mal. En contraparte, conocemos a personas que evidencian una conciencia social, que son serios, responsables, honestos. Aquí es cuando hacemos la diferencia entre unos y otros, resaltamos la educación, la formación y decimos que los buenos somos más.
El gobierno como entidad responsable del desarrollo de la social cuando se incrementa la delincuencia, la drogadicción, se van por una explicación fácil: que hay una descomposición social, que los valores de la familia están desintegrados y, por eso, asumen, proponen, que van a trabajar para recomponer el tejido social. Olvidan que todo es estructural, que si no hay paz social, no hay inversión, no hay empleos, no hay ingresos familiares.
LAS RELACIONES PÚBLICAS.
Nos da mucho gusto, por ejemplo, cuando nos enteramos que un niño, un joven o adulto, recibe un reconocimiento; que obtiene un ascenso consecuencia de su entrega al trabajo. La contraparte es lamentable: saber que, haciendo a un lado mérito, el puesto se le da a un recomendado. Es lo más común en política: llegan los familiares, los amigos, los integrantes de una camarilla en el poder.
Recuerdo que hace tiempo, una exalumna narro su experiencia: el jefe dio el cargo, según ella, a la persona que no lo merecía; pero que era, muy sociable, que gustaba de estar bien con todos. Eres, me comento que le dijo; muy lambiscona, la respuesta inmediata fue: “yo hago relaciones públicas, tú te encierras en tu trabajo”. En algunas situaciones, hombre o mujer, se le aplica el término de “trepador”. Y hay jefes que prefieren lealtad al trabajo.
NO SOMOS IGUALES.
En política también aprendemos: que la ideología no importa, que los partidos políticos y sus líderes o candidatos son iguales. Tamaulipas tuvo durante muchos años a priistas, que robaron y se escudaron en la corrupción y la impunidad; llegaron los panistas pregonando que combatirían a la corrupción y, todo hace indicar, que fueron peores. Ahora experimentamos con MORENA, que dicen, son diferentes, que no son iguales.
Hemos aprendido de los políticos que, para lograr sus propósitos, no les importa mentir: hacen propuestas increíbles; pero también hemos aprendido que medran con la pobreza de la gente; en fin, que una vez logrado su propósito, de obtener el voto, no tienen empacho en mostrarse tal cual son: ambiciosos, ávidos de aprovecharse de la hacienda pública y quieren más y más prebendas: da la impresión que, para ellos, beneficiarse del gobierno es cosa normal.
A VIVIR.
Y la vida, tarde o temprano, se termina. Es finita, así que cada día que vivimos estamos en una escuela: la escuela de la vida. Y el máximo aprendizaje es disfrutarla: hacerlo en la familia, la escuela, el trabajo, en el barrio o colonia. Y una vía, es siempre tener un pensamiento positivo, olvidarse de lo malo y negativo, que es, precisamente algo difícil.