Por MELITON GUEVARA CASTILLO.
Hace días me entere de dos noticias, muy diferentes, pero que tienen un punto en común: cuidar la vida, proteger la integridad física de cada uno de nosotros. El primer caso tiene que ver con la decisión personal, de cómo actuamos en cada uno de nuestros eventos cotidianos. El segundo, de cómo el Estado, que tiene como tarea cuidar nuestra salud, no cumple con la misma y, el tiempo va descubriendo, como la indiferencia y la irresponsabilidad dan al traste con las buenas intenciones.
La cuestión es válida por una sola razón: nadie, pero nadie, quiere morir. Es cierto, indiscutible, que hay personas, incluso hasta menores de edad, que se quitan la vida, pero son la excepción: sabemos, tenemos la certeza, de que un día nos vamos a morir… pero, siempre, buscamos la manera de alargarla: vamos al médico, le rezamos de Dios, a la virgencita o a un Santo Patrono. Al final de una situación grave, decimos: Gracias a Dios, todo salió bien.
ARRIESGAR LA VIDA.
Una de las noticias que llamo mi atención es de un accidente en la interejidal, en el cruce de los que van a Los Troncones. Resulta que un motociclista va de oriente a poniente y, por regla, debe hacer alto: pese a que por la carretera hay topes, la circulación es continua… salvo cuando hay tránsito y dirigen el tráfico vial. El motociclista se pasó el alto y el choque fue inminente. Eran dos tripulantes, un adulto y un menor: ni uno llevaba casco, el menor fue trasladado por una ambulancia al hospital, inconsciente.
Con frecuencia recorro la interejidal y, es normal observar motociclistas. Y en ocasiones, para mi asombro, van cuatro personas: los papas y dos pequeños, se entiende que hijos. Todos, la mayoría de las veces, sin casco. En el caso que refiero, la culpa fue del motociclista. Y, si repasamos la nota policiaca de los medios de comunicación, o las redes sociales, en buena parte de los accidentes participa un motociclista. En ocasiones, con resultados lamentables: por no cuidar la vida, correr riesgos innecesarios. ¿Por qué lo hacen?
SIN CONCIENCIA SOCIAL.
El otro caso tiene que ver con la vocación de servicio, la conciencia social y, sobre todo, con la responsabilidad pública de los servidores gubernamentales.
Resulta que Vicente Joel Hernández Navarro, el nuevo titular de Salud en la entidad, hizo declaraciones tronantes, sobre el estado de cómo se recibió al sector, de cómo lo dejo el gobierno anterior. Y, la verdad, no dudo que sea cierto, máxime que en el pasado se presumieron acciones e inversiones.
Describió Vicente Joel que los hospitales están en malas condiciones, que unos se inició construcción, pero no se terminó. Y, esa es la cuestión: se compró equipo y material, que se almaceno porque nos e podían instalar. Descuidado y quizá, ya inservible, por estar almacenado. Y es cuando, en serio, uno se pregunta: ¿Por qué se juega con la salud y la vida de las personas? Una y otra vez, nos dijeron, que estábamos bien, que se hacían acciones urgentes, rápidas, con tal de cumplir planes y programas de salud.
SITUACIONES CICLICAS.
Sexenio tras sexenio sucede lo mismo: los que llegan dan a conocer las fallas, los errores, corruptelas y trampas de los que se fueron. En pocas palabras, dentro de 6 años, sería lamentable que se repitan, palabra por palabra, la situación, el escenario, que hoy nos describe Vicente Joel, que nos muestra a servidores públicos irresponsables, sin vocación y conciencia social, que jugaron la salud y la vida de los tamaulipecos.
Américo Villarreal Anaya y Vicente Joel Hernández Navarro se proclaman como los constructores de la 4T en Tamaulipas. Y el Presidente AMLO, una y otra vez, ofrece que al final de su sexenio, tendremos un sistema de salud similar al de Dinamarca: excelente, gratuito y universal, para todos. Hoy, todos lo sabemos: en diversos hospitales no hay medicamento, no hay equipo suficiente y, en el peor de los casos, ni médico… primero los pobres en morirse porque no tienen dinero.