«DESIGUALDAD E INFLACIÓN: IMPUESTO AL POBRE»

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Dr. Jorge A. Lera Mejía
La inflación en México, registra 23 meses sin parar sus alzas y descontrol, al grado que cerró en 7.9% anualizado al corte de enero.
Es conocido que la inflación hoy día, es un fenómeno global, que afecta a la mayoría de los países, sin embargo, algunos han sorteado este fenómeno mejor que otros. Muchos nos comparan con la inflación registrada en EEUU, nuestro principal socio comercial. Sin embargo, nuestros vecinos llevan 8 meses disminuyendo el ritmo inflacionario, al grado que en enero cerraron con una tasa de menos del 6.4% anualizada.
La variación del índice de precios en EEUU al mes de enero, siguió su tendencia a la baja con respecto a meses anteriores. La inflación va en la dirección correcta. La pregunta es qué tan rápido y constante se reducirá hasta llegar al objetivo del 2% de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). El caso mexicano, el objetivo del Banco de México es del +/- 3% anual.
La inflación del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), puede afectar la desigualdad económica vía el ingreso, la riqueza o el gasto de la población. Por lo que respecta a los ingresos, se ha considerado que la distribución factorial del producto entre capital y trabajo está relacionada con la desigualdad de la población.
Con base en las experiencias recientes en estabilización económica se ha formado la idea de que aun cuando la estabilización económica ha llevado consigo aumentos en las tasas de crecimiento, los beneficios no han alcanzado a toda la población, especialmente a las clases más bajas. Esta preocupación es aun mayor al observar que los costos iniciales de estabilización recaen en mayor proporción sobre la población más pobre.
La relevancia de analizar la desigualdad radica en que ésta contribuye, de una manera importante, en el bienestar
económico. Otra variable relevante en este aspecto es el crecimiento económico.
Hoy se reconoce por lo anterior citado, que la inflación se constituye en una especie de «impuesto a la pobreza».
Esto es, a la inflación también se le llama el impuesto de los “pobres” porque la subida de los precios, como es para toda la sociedad igual, afecta más a las rentas bajas. Al subir los precios por el fenómeno de la inflación también aumenta el IVA de los productos, por lo que al final se acaba pagando más impuestos.
El aumento de hasta un 25% de los precios de los alimentos, o sea, de la canasta básica mexicana, ha castigado a los hogares de los más pobres, esto se convierte en una forma clara de impuesto a la pobreza, o golpe al corazón de la desigualdad económica nacional. Basta citar que,
al corte de enero del 2023, fueron necesarios 1,644 pesos mensuales por persona, para costear la canasta básica de sólo la alimentación en zonas rurales. En las zonas urbanas el monto escala a 2,144 pesos por persona.
Este concepto de inflación se puede entender como la forma más dolorosa, golpe al carrito de la compra. A través de cualquiera de estas tres maneras, el ciudadano mexicano ha sufrido desde el 2021, en todo el 2022 y lo que va del 2023, una subida de los precios que cerró en 7.95% en enero de este año.
La conclusión es que la inflación sigue descontrolada, no obstante, el alza a las tasas base del Banco de México, que la semana pasada la aumentaron en 50 puntos base, para cerrar en 11%, siendo un golpe directo, a su vez, en los créditos y las deudas a plazo de los mexicanos.
Una segunda manera de entender la inflación, se observa por el impacto primero de los precios de los energéticos, peor ahora que se acaban de anunciar nuevas alzas de las tarifas de electricidad de la CFE.
La tercera vía para entender la inflación, es la que ha experimentado todo ciudadano mexicano al ir de compras. Se ha sufrido en los últimos meses, con alzas de hasta el 25% de los alimentos.

Por algo se denomina a la inflación el impuesto de los pobres. Dado que el golpe más fuerte se está presentando en los precios de la canasta básica, por lo que los alimentos son los que no están domados, más aún, la inflación de los alimentos elaborados y refrescos procesados y embotellados, que son parte fundamental de la costumbre de consumo de la mayoría de los mexicanos más pobres, que basan su alimentación en tomar refrescos y productos chatarra de frituras…

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