DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.
09.03.2023.
CONFUSION Y MIEDO.
En una de las notas, que hacen referencia a los acontecimientos de Matamoros, donde describen los hechos e historias de los norteamericanos, apuntan lo siguiente: “En todo caso, la suya será una historia propia de la realidad que miles de mexicanos viven diariamente en Tamaulipas, y no solo en Tamaulipas: en el país del presidente “más popular del mundo”, colocado de pronto en el campo de visión de la Casa Blanca, del FBI, del planeta entero” (El Universal, 08/03/2023).
Hace mención a la realidad que se vive en Tamaulipas y en otras partes de la Republica. Las cosas buenas no son noticias, por eso, al prender la televisión y sintonizar noticias, por lo regular vemos imágenes que tienen que ver con la violencia, con muertes, con enfrentamientos de policías y grupos delincuenciales. Y, hagan de cuenta, ya no nos sorprendemos, ya estamos acostumbrados.
2010 AÑO CRUCIAL.
Si hacemos cuentas, o retomamos la historia de violencia, tenemos que ubicarnos o retroceder hasta el 2010 o antes. Aún recuerdo como los hechos de violencia aparecían por todos lados y no aparecía nada en los medios tradicionales, pero si ya en las redes sociales; incluso, no puede uno olvidar como el gobernador, empeñado en ocultar los hechos, no tuvo empacho en advertir a la población que eran hechos aislados y que, en todo caso, pues que nos cuidáramos. No había, entiéndase, más que hacer.
El temor fue creciendo porque el fenómeno se puede dividir en dos etapas: primera, como simples hechos aislados, donde unos y otros hablaban de hechos que les comentaron, de que se enteraron, de lo que le sucedió al amigo del compadre o al vecino del compañero de trabajo; la segunda etapa, fue cuando los hechos se sucedieron más cerca, más próximos, donde ya un familiar, un conocido, un amigo, fue parte de los hechos. Se vivió aquí en Victoria, con ejecuciones un día sí y otro también. Daba miedo salir a la calle, por no estar en el lugar ni en momento equivocado.
CONFUNDIDOS.
Han pasado los años, los gobiernos federal y local, cuentan que hacen su trabajo. Incluso, el del sexenio pasado, presume que tranquilizo las carreteras de la entidad. Lo cierto, innegable, es que los hechos de violencia siguen estando presentes, enfrentamientos de unos y otros grupos, por el control de la plaza o con los cuerpos de seguridad. Difícil pensar que un día va a terminar. Así, de pronto, suceden las cosas de Matamoros, y aparecen dos elementos: la teoría de la confusión y la presión de los gringos para resolver el caso.
La mejor explicación que da Irving Barrios Mojica es que los 4 norteamericanos fueron confundidos con narcos haitianos; es decir, que los vieron como una competencia. Los hechos son: 2 fallecidos, uno herido y otro muerto… por una confusión. Y el caso es que, así como a ellos les sucedió, le puede pasar a cualquiera: están en el lugar y momento equivocado. En este caso, el asunto se resolvió pronto ante la presión gringa. Sin embargo, se han dado otros casos, de familias, hombres o mujeres, de adolescentes o niños, que han estado en el lugar y momento equivocado, y ahí queda todo.
ESTADO PODRIDO.
Imposible negar los hechos. La violencia es inocultable, la cuestión es que los hechos, las evidencias, nos llevan a la certeza de que hay una simbiosis entre los integrantes del Crimen Organizado y los agentes de la seguridad, de policías y hasta militares. No podemos olvidar como los Estados Unidos detuvo a un general para enjuiciarlo, pero fue salvado por las negociaciones de AMLO y, acá en México, declarado inocente. No sucedió lo mismo con Genaro García Luna: fue Secretario de Seguridad Publica en los sexenios panistas, Fox y con Calderón… está en prisión, ya fue encontrado como culpable y espera sentencia.
La corrupción y la impunidad ha sido en México pan de todos los días. Sexenios van y sesiones pasan y la lucha por preservar el orden y la seguridad de la población no rinde los mejores frutos. No queda más que reconocer el fracaso de las políticas públicas de seguridad. Y creo que es correcta la apreciación del Presidente AMLO, de combatir las causas, pero eso, quiérase o no, tiene que ser a largo plazo, no se pueden ver de la noche a la mañana los resultados positivos. En tanto, la corrupción sigue, la impunidad continua, pese a los buenos deseos de la 4T.
NORMALIDAD SOCIAL.
La cuestión, por otra parte, es que la vida tiene que seguir. No puede la población vivir aterrada, escondida, así que tiene que salir; ir de viaje, hacer la vida cotidiana, pero por lo que se ve, en cualquier momento su vida puede terminar o cambiar.