El presidente chileno, Gabriel Boric, se convirtió el 11 de marzo de 2022 en uno de los mandatarios más jóvenes del mundo y llegó al palacio La Moneda con una ambiciosa agenda de cambios y entre grandes expectativas, pero la luna de miel le duró poco.
Un año después, el exlíder estudiantil, de 37 años, goza de escasa aprobación en Chile, aún no ha podido sacar adelante ninguna de sus reformas emblemáticas y reiteradamente se ve obligado a enfrentar alguna polémica o conflicto, ya sea por errores de su propio equipo o por una oposición que no le da tregua.
«No fue un buen año. En las encuestas ha ido en caída libre. Ha pasado la mayor parte del año bajo el 30 % de aprobación», indicó a EFE Kenneth Bunker, analista de Politico Tech Global y director de la encuestadora Tresquintos.
«NO QUIEREN CAMBIOS»
El último varapalo lo recibió este mismo miércoles, justo cuando parecía que empezaba a repuntar tras una exitosa gestión de los mortíferos incendios que azotaron el sur en febrero.
Por un estrecho margen, la Cámara de Diputados rechazó su reforma tributaria, empañando la conmemoración del Día de la Mujer, en la que el Gobierno pretendía sacar músculo de su vocación feminista.
«Es una buena noticia para quienes eluden impuestos de manera impune y vergonzosa», señaló Boric, a la par que lamentó que «hay un sector que intenta hacer que las cosas no cambien».
La reforma, con la que se buscaba recaudar un 3,6 % del PIB en cuatro años y que tenía el espaldarazo de la OCDE, es imprescindible para financiar el programa social del Gobierno y su rechazo sacude especialmente al hombre clave de Boric: el ministro de Hacienda, Mario Marcel.
«Se le van a poner las cosas aún más difíciles si la oposición y otros partidos oportunistas siguen con la cortedad de miras que hemos visto en la votación de la reforma tributaria», dijo a EFE Julieta Suárez Cao, de la Universidad Católica de Chile.
Para la experta, el «asedio» de la oposición se acrecentó tras el plebiscito de septiembre, cuando perdió la opción de Boric y el 62 % de los chilenos rechazó la propuesta de nueva Constitución: «El referéndum le dejó con mucho menos poder simbólico. Después, se volvió más difícil retomar la agenda».
«El mayor desacierto del año es haber vinculado tan directamente al Gobierno con la opción «Apruebo» en el plebiscito», subrayó Mireya Dávila, de la Universidad de Chile.
Rodrigo Pérez de Arce, del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), es más crítico y considera que la votación de la reforma tributaria «no es un triunfo de la derecha, que no contaba con una mayoría suficiente, sino una derrota autoinfligida».
«El Gobierno ha tenido que remar sobre todo contra sus propios desaciertos. Recordemos que al poco llegar al poder, la ex ministra del Interior Izkia Siches visitó la comunidad mapuche de Temucuicui y fue repelida a balazos», apuntó Pérez de Arce sobre un criticado episodio que se vinculó a la inexperiencia de parte del Gobierno.
MÁS APROBACIÓN FUERA
La derrota parlamentaria alimenta aún más los rumores de un cambio ministerial para buscar un nuevo equilibrio entre las dos coaliciones oficialistas: Apruebo Dignidad (izquierda) y Socialismo Democrático (centroizquierda).
Algunos expertos apuntan a la convivencia entre estos dos bloques, que representan estilos y trayectorias muy diferentes, como uno de los grandes problemas de Boric.
«Tener que pisar huevos para no enojar a nadie es un problema. Quizá no hay una solución y simplemente las coaliciones donde hay extremos no son funcionales», planteó Bunker, quien recordó que el peor momento de Boric fue el pasado enero, cuando indultó a presos detenidos por delitos cometidos en las protestas de 2019.
«La gente ha dejado atrás el estallido social y están mucho más preocupadas en este momento de la economía, la migración o la crisis de seguridad», agregó Bunker.
Pese al complicado escenario interno, Boric sigue atesorando capital político en el exterior, gracias sobre todo a su defensa de los derechos humanos en foros multilaterales y su contundente condena a Venezuela o Nicaragua, posición que le ha distanciado de otros líderes progresistas regionales.
«Ha habido hitos que rompen con unos años en los que Chile se había alejado de la senda multilateral que lo había caracterizado», indica a EFE Shirley Götz, de la Universidad Alberto Hurtado, quien resalta en ese sentido la firma del Acuerdo de Escazú, el primer pacto ambiental de Latinoamérica.
Para Bunker, no todo está perdido: «Boric tiene mucho a favor, solo ha perdido tiempo, pero no la oportunidad de hacer las cosas bien, dependerá de cuanto ha aprendido de sus errores y de su capacidad para enmendarlos».