Estridencia, más que labor legislativa, el sello de Xóchitl Gálvez

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Ciudad de México. En sus casi cinco años como senadora del PAN, Xóchitl Gálvez ha destacado más por irrumpir en plena sesión enfundada en una botarga de dinosaurio para protestar por el plan B del presidente Andrés Manuel López Obrador en materia electoral o por encadenarse al presidium de la sede alterna de Xicoténcatl, que por los resultados de su trabajo legislativo.

Desde tribuna, en diversas ocasiones representantes de Morena la han acusado de acudir siempre al “show”, de buscar los reflectores y lo mediático antes que nada, lo que ha sido evidente desde el 1º de septiembre de 2018, en que comenzó la Legislatura. Gálvez comenzó a subir una y otra vez a tribuna, especialmente para torpedear la mayoría de las iniciativas presidenciales y sus obras insignia, como el Tren Maya.

En ese primer año, la actual aspirante a la candidatura del frente opositor tuvo 61 intervenciones ante el pleno, una para fundamentar el voto del PAN contra la reforma que permitía a Paco Ignacio Taibo II asumir la dirección del Fondo de Cultura Económica, al eliminarse el requisito de ser mexicano por nacimiento.

De acuerdo con sus informes de labores y datos del Senado, de esa fecha al pasado 30 de abril presentó 48 iniciativas y 117 puntos de acuerdo, buena parte para demandar comparecencias de funcionarios responsables del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas o de los titulares de Petróleos Mexicanos o la Comisión Federal de Electricidad (CFE), empresas a las que acusa de ser ineficientes y de contaminar.

Del fusil al uso de Lego
Por lo que toca a las iniciativas, la mayoría están congeladas en comisiones y los puntos de acuerdo más antiguos se dieron por concluidos.

Entre ellos está el que presentó en septiembre de 2019, en el que pedía a la Secretaría de la Función Pública investigar el patrimonio del titular de la CFE, Manuel Bartlett. A partir de un reportaje del ahora director de Latinus sobre ese tema, ella lo retomó y con esos datos presentó una denuncia en la Fiscalía General de la República.

Lo mismo hizo con otra “información de Mexicanos contra la Corrupción”, de Claudio X. González, en la que se acusó a José Ramón López Beltrán, hijo del Presidente, de vivir en Houston en una casa rentada por un contratista de Pemex.

Gálvez dio vuelo a la especulación y llevó una maqueta de “la casa gris” en el patio del Senado y una representación hecha con piezas de Lego que colocó en su escaño.

En principio, la panista fue incluida como secretaria en las comisiones de Anticorrupción y en la de Asuntos Indígenas, y como integrante en las de Zonas Metropolitanas y Movilidad, de Reforma Agraria y de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Sin embargo, le interesaba sobre todo la de Energía, a la que se coló como invitada y pudo participar en la comparecencia de las cuatro ternas enviadas por López Obrador para elegir a igual numero de integrantes de la Comisión Reguladora de Energía. Se ensañó con uno de ellos, un joven integrante de la Ayudantía, que no supo responder a preguntas técnicas y las propuestas se regresaron al Ejecutivo.

A partir de eso logró que el PAN la integrara a la Comisión de Energía, desde la que ha criticado los perfiles de los candidatos, tanto a la Comisión Reguladora como de otros órganos autónomos del sector.

Votó en contra de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, encaminada a tratar de frenar los abusos y corruptelas de las empresas privadas –la mayoría extranjeras– generadoras de electricidad. Argumentó que no se privilegiaba a las “energías limpias”.

También sufragó, junto con su bancada, en contra de la modificación a la Ley Minera de abril de 2022, en la que se establece que la explotación del litio corresponde sólo al Estado. “Hay litio en todas las partes de la Tierra y apenas van a obtener unos cuantos gramos, por lo que es mentira que haya reservas en potencia”, sostuvo ante el pleno.

En los cuatro años y 10 meses de la Legislatura, Gálvez votó contra la reforma educativa. Junto con Gustavo Madero se acostó afuera de la vieja casona de Xicoténcatl el 20 de octubre de 2020 en protesta porque la mayoría de Morena estaba a punto de aprobar la minuta para eliminar 109 fideicomisos.

Dos años después, subió a la tribuna disfrazada de dinosaurio. La botarga tenía la leyenda “Jurassic plan”, en referencia a la reforma electoral que se discutía.

Su más reciente actuación fue el 28 de abril pasado, cuando con panistas, priístas y perredistas ocuparon la sede de Reforma e Insurgentes furiosos porque Morena no dio los votos para nombrar a dos comisionados del INAI. Fue muy comentada su piyamada y la bromas con Madero durante la noche que los opositores pasaron en el recinto para impedir que el grupo mayoritario aprobara 20 minutas, entre ellas 17 proyectos prioritarios para López Obrador.

Un día después por la noche, Morena y sus aliados decidieron sesionar en Xicoténcatl, pero se encontraron con que Gálvez llegó antes y se encadenó a una silla de la mesa directiva. Ahí la dejaron, acondicionaron el patio y aprobaron hasta las reformas. “Nos vemos en la Corte”, declaró después la ahora también conocida por confrontar a funcionarios en las comparecencias.

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