INTERIORES
Por Carlos López Arriaga
Cd. Victoria, Tam.- El gobernador AMÉRICO VILLARREAL fijó nuevamente su postura respecto al muro flotante de boyas y púas instalado sobre el río Bravo por la administración texana que preside el republicano GREGG ABBOTT.
El médico victorense calificó la medida como “electoral” y revela una “falta de pulso”, de sensibilidad, respecto a la situación que se vive en ambos lados de la frontera.
Esa experiencia dual donde mexicanos y méxico-americanos comparten negocios, ocupaciones, domicilios y actividades educativas, en la cuál lo que más falta es construir enlaces en lugar de dividir.
El texano GREG ABOTT es un abogado de extrema derecha, inescrupuloso y xenófobo, amante de medidas radicales contra la inmigración ilegal, que revelan muy pronto su total ineficacia. Hacen más daño que bien y a la postre se quedan en meras intenciones, como el fallido muro de DONALD TRUMP.
Hay un trasfondo de identidad colectiva en todo esto. La problemática racial crispa hoy los ánimos de la población anglosajona, sabedora de que se ubica en cuenta regresiva para convertirse en minoría en las próximas dos décadas.
Una nota del diario madrileño EL PAÍS que cita como fuente la principal dependencia demográfica del gobierno norteamericano (U.S. Census Bureau) señala que, a más tardar, para 2042, el sector WASP (White, Anglo-Saxon Protestant) perderá su condición mayoritaria.
Y esto sucederá ante el alud de migrantes que siguen llegando de todo el planeta para convertir a la primera potencia militar del orbe en un mosaico multiétnico y pluricultural.
El caso de BARACK OBAMA es ejemplar. Su padre fue un académico de Kenia y la madre descendiente de irlandeses que luego casó con un empresario indonesio. Su media hermana se casaría luego con un chino-canadiense y profesa la religión budista.
Es por eso que BARACK tiene primos pelirrojos (“parecidos a MARGARET THATCHER”, dice) pero también sobrinos con rasgos asiáticos y una amplia parentela en África.
Lo cual el propio expresidente suele comentar que cuando reúne a toda su familia el ambiente es similar al de las Naciones Unidas. Cosmopolita.
Hay más ejemplos. La actual vicepresidenta KAMALA HARRIS es otro caso. De madre indostana (tamil, de la provincia de Madrás) y padre jamaiquino.
La fiscal adjunta de los Estados Unidos se llama BANITA GUPTA, es hija de indostanos que emigraron desde la provincia de Uttar Pradesh y está casada con un abogado de origen asiático y de nombre CHINH Q. LE.
Diversidad de etnias, por supuesto, pero también de culturas, lo cual incluye un mosaico religioso que pone los pelos de punta a los norteamericanos que se quedaron estancados en la época de BILLY GRAHAM y JOHN WAYNE. Y sigue llegando gente.
Naciones como Panamá, Honduras, Haití y Jamaica aportan su cuota de piel y rasgos afroamericanos. El mestizaje hispano se hace presente desde México, Guatemala o Venezuela y el más reciente conflicto en Europa oriental aporta caudales de población ucraniana que cruzan la frontera por lugares como Tijuana.
Las comunidades coreana, japonesa y vietnamita otorgan personalidad y estilo a California; en Nueva York avanza y se posiciona la colonia rusa (aunque los taxistas suelen ser de Pakistán), mientras que cubanos y puertorriqueños atestan Florida.
CEGUERA REPUBLICANA
Ante esta realidad implacable poco puede hacer el voluntarismo del gobernador GREG ABBOTT o los desplantes supremacistas de gente como DONALD TRUMP. Tampoco el viejo sheriff de Maricopa, Arizona, JOE ARPAIO, feroz enemigo de los indocumentados mexicanos.
Los números observan una tendencia fría y sin duda inevitable, irreversible. El señor ABBOTT es enemigo de los derechos LGBT y le tiene pavor al voto hispano.
Por esto último, desde 2020 se inventó la triquiñuela de restringir los buzones electorales donde se deposita el voto por correo, en las zonas del Valle de Texas con mayor influencia mexicana.
La idea de las boyas sobre el cauce del río Bravo inicialmente surgió bajo el gobierno de DONALD TRUMP, como un tema paralelo y complementario a su famoso muro, aquel que dijo pagarían los mexicanos, lo cual jamás sucedió.
Lo que si pasó es que el gobernador ABBOTT, arrogándose facultades de jurisdicción nacional, retomó el proyecto y dispuso la instalación de dicha barrera acuática, contraviniendo, incluso, las advertencias del presidente JOE BIDEN.
En efecto, en estricto derecho, el gobierno texano no está facultado para construir barreras fronterizas, por tratarse de una función de Seguridad Nacional. Es decir, del gobierno federal.
De vistoso color naranja, con casi un metro de diámetro y provistas de puntas afiladas, las boyas se empezaron a instalar en una extensión de 300 metros sobre la rivera del Bravo entre las ciudades de Eagle Pass, Texas, y Piedras Negras.
Es mínimo el segmento que cubren y su efecto meramente simbólico. De aquí la observación del doctor VILLARREAL GUERRA de que se trata de una maniobra meramente electoral, es decir, propagandística.
Dicho por AMLO en la mañanera del 12 de julio pasado: “son acciones publicitarias, muy vulgares., luego de recomendar “a nuestros paisanos que no voten por el gobernador de Texas ni por los legisladores del Partido Republicano que apoyan esas medidas.”
Y vaya, si además contextualizamos esos 300 metros de boyas en las dimensiones de la frontera binacional, tiene sentido el comentario irónico de AMLO: “Que se apuren porque son tres mil 180 kilómetros, ahí la llevan.”
En efecto, ahí la llevan.
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