DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.
16.04.2024.
Ya llevamos buen número de días de campaña político electoral, al menos de los candidatos presidenciales como de senadores y diputados federales, y ya empezaron ayer lunes las campañas locales, así que, en cada municipio, vamos a ver, ahora sí, la intensidad de las campañas porque son estas las que hacen mella el común de los ciudadanos. La proximidad de quienes nos gobiernan ayudan mucho para definir nuestro voto. Por qué es el candidato, cuando menos el que quiere ser Presidente Municipal, que podemos verlo… A los otros, a los diputados y senadores, piden el voto y luego ya casi no los vemos.
El voto es un derecho y, además, es una responsabilidad ciudadana para elegir a quienes nos gobiernan; como bien dicen, si no votas, luego no te quejes. La cuestión es que, por eso, debemos de votar, para luego reclamarles el cumplan con sus promesas de campaña. Sin embargo, hay un pequeño detalle: los ciudadanos estamos atrapados por la mediocridad de los candidatos; en una democracia, se entiende, podemos votar y elegir al mejor. ¿Y cuando todos son iguales? ¿Qué hacemos? No votar no es opción.
RECHAZO TOTAL.
No sé si sean los años y la inactividad lectora, pero no muy recuerdo un texto de José Saramago: su Ensayo sobre la lucidez. Lo recuerdo cada vez que hay elecciones: imagino que puede suceder lo mismo en México. Sobre todo, en la época del gobierno priista; al ver como los candidatos eran siempre los mismos y crecía, crecía, el abstencionismo electoral. Increíble, pero hubo candidatos que triunfaron con una participación menor al 50%. En pocas palabras, dividido entre tres candidatos, resultaba que ganaba el que tenía más votos, que de 100 solo votaban 48 y por el candidato triunfador votaron 30.
¿Qué fue lo que sucedió en la Lucidez de Saramago? Que un día los ciudadanos de un pueblo decidieron, todos, salir a votar. Había los candidatos que, como siempre, eran impuestos, amigos o familiares de quien detentaba el poder. Así que el día de la elección salieron a votar, solamente que lo hicieron coincidentemente igual: “un voto en blanco porque los ciudadanos del país sin nombre donde sucede la acción o confiaban en los candidatos de los partidos de izquierda, derechas o del partido del medio, como irónicamente denomina a quienes a sí mismos se reivindican equidistantes o simplemente tibios”.
ESPECTACULO DENIGRANTE.
El filósofo Platón recomendaba que siempre deben de gobernar los mejores. Unos, de pronto preguntan: ¿mejores para qué? Porque, al menos, está visto que en México y en otros lugares, son los mejores para robar. Basta con echar una mirada a lo que sucede en varios países latinoamericanos: que sus presidentes han sido enjuiciados por corrupción, al grado que, incluso, hay un expresidente que este detenido en Estados Unidos, acusado de narcotraficante. Y en México, no hay ningún Presidente enjuiciado, pero eso si, muchos exgobernadores.
Acabamos de ser testigos, los ciudadanos tamaulipecos, del proceso de selección de candidatos a las Presidencias Municipales, como a las diputaciones federales y locales, además de senadores. Y en dicho proceso nos vamos de bruces: el pleito por las candidaturas fue algo inédito: salieron muchos trapos sucios, negociaciones e imposiciones, que dan cuenta de que, en varios casos, no pueden repetir la expresión del poeta: de que cruzaron el pantano y no se mancharon.
ES LO QUE HAY.
No se puede negar, ni ocultar, que varios de los candidatos que recorren la entidad pidiendo el voto ciudadano, han tenido o aún tienen problemas legales. Por eso, en las redes sociales, se dan amplio vuelo a notas, hechos y acciones, de unos y otros, que así dan cuenta pormenorizada de la guerra sucia, entre unos y otros. Hechos, unos del pasado, ya juzgados; otros, aún vigentes, pero que son nulificados por recovecos de las mismas leyes.
La selección de los candidatos para la elección del 2 de junio se convirtió en una arena de negociación política y en algunos hasta económica. Cada partido político hizo su proceso de selección a su manera; fue más evidente en el partido en el poder: las ambiciones de unos, el poder de otros, resulto en un espectáculo que no es digno de una democracia que tiene principios como la legalidad, la transparencia, la equidad… méritos y capacidad son los que menos cuentan.
PRINCIPIOS Y OBLIGACION.
Por eso los ciudadanos estamos atrapados: tenemos que votar por los candidatos que nos ofertan los partidos políticos. Es lo que hay, y es partir de ahí que caemos en una trampa pragmática: votar por la persona y decir que el voto será razonado. Hastiados del PRI o del PAN, pero molestos con algunas de las políticas o acciones de la 4T, no queda más que emitir un voto que pueda, al final, servir de contrapesos. No vale, no votar, ni anular el voto.