INTERIORES
Por Carlos López Arriaga
Cd. Victoria, Tam.- En la víspera del tercer debate, la mayor parte de la opinocracia nacional coincidió en la inminencia de un encuentro fragoroso donde el tema principalísimo (la ola criminal) otorgaría una ventaja estratégica a la abanderada opositora XÓCHITL GÁLVEZ.
Algo falló. La mirada de XÓCHITL se focalizó en la estadística delictiva de la capital mexicana, dónde el gobierno de SHEINBAUM tiene y presume números y logros superiores al promedio nacional. Es una de sus fortalezas, por el buen trabajo de OMAR GARCÍA HARFUCH.
Error de GÁLVEZ. La seguridad nacional tiene una veintena de temas harto vulnerables que la señora jamás explotó en su narrativa, como (por ejemplo) Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Zacatecas, Guanajuato, Veracruz y, más recientemente, Tabasco.
Una segunda vertiente inexplotada fue la del daño económico a las economías regionales causado por la extorsión, las cuotas y cobros del crimen organizado. Tema grave, tan denso y diversificado que podría haber dedicado las dos horas del programa.
La tragedia de agricultores, ganaderos, transportistas, comerciantes, industriales y hasta contratistas de gobierno que deben apoquinar porcentajes de sus ganancias a los poderes fácticos, para que los dejen trabajar.
Temática sobrada que la candidata del PRIAN inexplicablemente desperdició. En lugar de eso, se concentró en lanzar calificativos que, a fuerza de repetir, se volvieron huérfanos de significado, como “la candidata de las mentiras” y cosas así.
ESTRATEGIA POBRE
Tiempo había para ser tan descriptiva como ella quisiera. Pincel fino y no brocha gorda, era lo que se necesitaba. En términos médicos, trabajo de bisturí en lugar de lanzar hachazos a diestra y siniestra.
Optó por lo segundo, algo que solo los muy convencidos aplauden. Renunció a elaborar una narrativa más extensa y detallada que podría haber ampliado su nicho de mercado electoral.
En los tres programas anduvo con el garrote en la mano, pero le faltó la magia del verbo y la descripción precisa que habrían dado nivel a sus denuncias. Solo descalificativos, por cierto, ya muy trillados.
Amén de errores de orden formal en su técnica expositiva. Entre otros, su cuarto de guerra tendría que haberle enseñado a mirar siempre a la cámara, dónde están los votantes y no a los conductores.
Menos aún, mirar insistentemente a su candidata rival, con gestos malcriados y algo explícitos. Lo hacía, sobre todo, como colofón a cada bravuconada. Desplante pueril, signo de inmadurez emocional.
Más allá de preferencias electorales, a los mexicanos nos hubiera gustado ver dos presidentas, dos personalidades adultas, con la disposición mental suficiente para ejercer la máxima responsabilidad política del país, de manera plena y madura.
Parafraseando al viejo dicho romano, no basta ser presidenciable, además es necesario parecerlo. La doctora SHEINBAUM entrenó sus ánimos en ello. Supo montarse en un sitial de mandataria en ciernes, sobre todo en el segundo y tercero de los debates. De ahí no se bajó. Una lástima que XÓCHITL no entendiera esto.
EL TODO Y SUS PARTES
Mención especial merece la marea rosa que sacudió al altiplano el día domingo. Desplante de buena organización, protesta pacífica y la voluntad (más explícita ahora) de capitalizar su fuerza en bien de una causa electoral.
Potencial que solo hasta la recta final de la campaña pudo ser dirigido en apoyo a la abanderada del PRI y el PAN. Su carácter no partidista explica tal demora.
Fueron otras las causas que le dieron origen desde el otoño de 2022 a la fecha. La defensa del INE y del Poder Judicial, la resistencia a la reforma eléctrica, entre otros activadores de inconformidad que hicieron de un color (el rosa del INE) y una plaza (el Zócalo) su identidad y concurrencia.
Aunque dicha marea, como todo ese apoyo que en paralelo impulsó a XÓCHITL, tienen por debilidad la ausencia de estructura. La genuina espontaneidad que lo legitima y anima, observa la inmadurez propia de todo fenómeno movimientista.
Como el neocardenismo en 1988 o el obradorismo en 2014. En el origen, MORENA fue un movimiento que, para madurar y gestionar su proceso de empoderamiento, hubo de transformarse en institución partidista.
¿PARTIDO ROSA?
Tal vez me estoy adelantando demasiado, pero la marea rosa cuyo rostro insiste en asomar en la Plaza de la Constitución, trasciende con mucho a los membretes (albiazul, tricolor, amarillo) que hoy le dan cabida.
Y los rebasa por el triste estado en que se encuentran frente a la aplanadora guinda. El PRI con dos gubernaturas (Durango, Coahuila), el PAN con cinco (Aguascalientes, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro y Yucatán) y el PRD ninguna.
Siendo francos, la fuerza y originalidad del movimiento rosa no descansa en los partidos sino en la gente. Valga la observación para los meses venideros, sin importar quien gane el dos de junio.
En 1988, el ingeniero CUAUHTÉMOC CÁRDENAS decidió convertir la inconformidad popular que lo cobijaba bajo el variopinto Frente Democrático Nacional (FDN), en una nueva institución partidista. Convocaría entonces a una asamblea constituyente de la que nacería el PRD, cuyo registro formal quedaría listo en mayo de 1989.
En 2012, AMLO hace lo mismo cuando rompe con el PRD y lanza su proyecto de MORENA, que adquirirá rango de partido en julio de 2014, tras un gran esfuerzo organizativo y recorridos constantes por toda la república.
Veremos que ocurre después de las elecciones.
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