Donald Trump logró un sorpresivo regreso a la Casa Blanca, aprovechando el descontento generalizado de un electorado que buscaba un cambio radical en el gobierno de Estados Unidos. Según una encuesta de AP VoteCast, tres de cada diez votantes pidieron una revolución en la forma en que se gobierna el país, mientras que más de la mitad exigieron un cambio sustancial. Aunque los votantes priorizaron temas como la economía y la inmigración, los temas de democracia y derechos reproductivos, fundamentales para los seguidores de la vicepresidenta Kamala Harris, no fueron suficientes para inclinar la balanza a su favor.
Trump ganó apoyo incluso entre votantes jóvenes, latinos y negros, grupos que antes eran menos proclives a su mensaje, pero que este año se mostraron más preocupados por la inflación y la economía. Sin embargo, su victoria no fue un mandato rotundo: a pesar de la victoria en el colegio electoral, muchos votantes expresaron temores sobre el potencial autoritarismo de su liderazgo. Casi la mitad de los votantes temían que una nueva presidencia de Trump llevara a Estados Unidos hacia un gobierno más centralizado y sin restricciones, aunque más de 10% de estos votantes lo respaldaron de todos modos.
Con un enfoque aislacionista en la política exterior y una postura más dura sobre inmigración, Trump logró captar a votantes que sentían que la situación económica no mejoraba bajo la administración Biden. Sin embargo, a pesar de su victoria, el electorado se mostró dividido y preocupado por la viabilidad de un gobierno unificado bajo su liderazgo.