Cd. Victoria, Tam.- Estando la cosa tan clarita, hasta parece una broma el reporte de SEMAR informando que investigará las causas del choque provocado por su buque escuela “Cuauhtémoc” con el puente de Brooklyn, Nueva York, la noche del sábado.
Pena ajena el que lo digan desde las primeras planas. ¿Cuál es el misterio?. Simplemente no la libró, hay un error de cálculo obvio. Aritmética simple. Cuando la altura de sus tres mástiles es mayor que la del puente, la colisión es inevitable.
No hay investigación alguna por hacer. Ni detallada, ni sesuda, ni orientada por estudios científicos de expertos mediante tareas especializadas de peritaje forense, diversidad de hipótesis y conclusión final en varios tomos. ¡Nada de eso, por favor!
La respuesta es muy sencilla. ¿Quién de los responsables debió saber de longitudes, antes de dibujar en el mapa dicha trayectoria sobre las aguas del East River, entre Brooklyn y Manhattan?
Aunque las estimaciones varían, ya calculado el tamaño desde la línea de flotación, el mástil principal, el más alto, medía 44.81 metros y los dos secundarios (denominados “Trinquete” y “Mesana”, en proa y popa) andarían arriba de los 40 metros.
Pero resulta que los tres rebasaban en altura al mínimo tolerado por el puente que es de ¡39.6 metros!… Por eso se fueron decapitando con cada impacto, uno tras otro. Ninguno cupo.
ANDABAN DE FIESTA
Había 277 tripulantes a bordo. El saldo, hasta la tarde de este domingo era de 2 muertos (una cadete y un marino) así como 19 heridos, de los cuales 2 se reportaban en estado crítico. La doctora SHEINBAUM ya mandó condolencias a las familias.
La cantidad de víctimas se debe a que los marineros viajaban trepados en los mástiles y cayeron con ellos al golpear contra el puente. Y todo por no calcular ni comparar las dimensiones de la nave con la medida del espacio transitado.
Sucedió además que, siendo día de descanso, hubo muchas grabaciones del choque en video y desde diversidad de ángulos. Entre otras, el tremendo susto de unos norteamericanos ya mayorcitos que se encontraban observando desde un andador cercano, el alegre paso del “Cuauhtémoc”, que llegaba en plan festivo y con muchos foquitos.
Los vemos correr despavoridos cuando los tres mástiles empiezan a golpear contra la baranda del puente. Por cierto precedidos en su marcha por un inmenso lábaro tricolor. Bandera mexicana de gran tamaño que lucía la embarcación en su parte frontal, como símbolo del orgullo patrio.
Ahora su recuerdo quedará asociado al imperdonable descuido de quienes cometieron errores tan elementales, ante los ojos de la opinión pública norteamericana. Tercermundistas de plano.
Siendo un buque escuela, salen reprobados. Alguien debió tomar medidas y no lo hizo. Si viviera el “Chavo del Ocho” le diría al profesor “Jirafales”, su diagnóstico más conocido: “Qué brutos, ¡póngales cero!”.
MAL MOMENTO
Sin olvidar algo que llamamos “pésimo timing”. La pifia marítima ocurre cuando los gobiernos de México y Estados Unidos forcejean por temas delicados y de difícil solución.
Entre ellos, el tráfico de fentanilo, la ofensiva arancelaria, la expulsión de indocumentados, el combate al narcotráfico y la terquedad de la Casa Blanca por involucrar a nuestra clase política en la investigación criminal.
Con episodios así, le estamos dando tema al electorado antimexicano, quienes han votado por TRUMP y comparten sus fobias que responsabilizan de todos sus males a los extranjeros, en especial, a los de piel diferente.
Hay poco o ningún rechazo contra los migrantes europeos, pero sí hacia los latinoamericanos, afrocaribeños y asiáticos. A los mexicanos se les culpa de vender los venenos que ellos fuman, inhalan, ingieren y se inyectan.
O bien porque se producen en nuestro país (marihuana, opiáceos, metanfetaminas) o también porque aquí se realiza la última etapa del procesamiento (fentanilo) cuyos precursores vienen de China. Y, desde luego, la cocaína que viaja ya lista desde Sudamérica y pasa por nuestro territorio rumbo al gran mercado del norte.
Resulta, pues, una soberana hipocresía satanizar a la oferta cuando la demanda se ubica allá, en la Unión Americana. Peor todavía, al derivar de ello una estrategia de sanciones comerciales, a partir de amenazas arancelarias.
Mas el proyecto de imponer un gravamen (aún no aprobado) a las remesas en dólares que mandan los mexicanos radicados en Estados Unidos a sus familias al sur del río Bravo.
SICARIOS EXTRANJEROS
Y, bueno, la nota llamativa en materia de seguridad pública fue el golpe asestado por fuerzas conjuntas federales y estatales al CJNG, con doce agresores abatidos, nueve detenidos y un arsenal decomisado, en la municipalidad de Huitzontla, Michoacán.
Donde además decomisaron armas y cargadores para diversos calibres, explosivos, equipo táctico y de comunicación encriptada, tecnología que ya es común en una delincuencia cada día más actualizada en medios digitales para transferencia de datos y también de dinero electrónico.
Preocupante que entre los detenidos destaquen exmilitares colombianos, reclutados por su conocimiento en manejo de explosivos y operativos militares. Efectos de la globalización.
Como los chinos que controlan garitos en la capital mexicana; los venezolanos del “Tren de Aragua” que operan en la frontera sur de México o los exkaibiles guatemaltecos detectados en Tamaulipas. Síntomas todos de un mundo hipercomunicado que los estrategas gubernamentales aún no asimilan del todo.
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com