Los microplásticos están omnipresentes en la cadena alimenticia humana, según un estudio publicado este martes que permitió detectar su presencia en las heces de personas que viven en Europa, en Rusia y en Japón.
Diferentes tipos de plástico fueron hallados en ocho voluntarios de este estudio piloto, presentado durante durante un congreso de gastroenterología en Viena como una primicia mundial.
Durante una semana, cinco mujeres y tres hombres, de 33 a 65 años, residentes en Finlandia, Holanda, Gran Bretaña, Polonia, Italia, Rusia, Japón y Austria, anotaron lo que comían.
El tamaño de las muestras de plástico halladas en sus heces varía de 50 a 500 micrometros, más o menos el espesor de un cabello.
Los científicos suponen que fueron ingeridos a través de productos del mar que los voluntarios comieron, pero también del agua de botellas de plástico bebidas, o de alimentos envueltos en plástico.
«Hemos detectado nueve plásticos diferentes», indica Bettina Liebmann, investigadora de la Agencia austriaca de medio ambiente.
Los dos tipos más frecuentemente hallados son el polipropileno, usado en los tapones de botellas, y el plástico PET (siglas en inglés de polietileno tereftalato), presente en las botellas.
Con el poliestireno (barquetas) y el polietileno (bolsas de plástico) representan más del 95 por ciento de las partículas detectadas.
«No hemos sido capaces de establecer un vínculo creíble entre los comportamientos alimenticios y la exposición a los microplásticos», según Philipp Schwabl, investigador de la Universidad médica de Viena, que dirigió el estudio.
Es posible que los microplásticos tengan efectos negativos en el tubo digestivo, pero «son necesarias investigaciones complementarias para evaluar los daños potenciales de los microplásticos para los humanos», agrega el experto.
La producción de plástico se ha disparado en la última década, y suma hoy unos 348 millones de toneladas por año. De 2 a 5 por ciento de ellas estaría en los océanos.