En cada paso que los migrantes centroamericanos dan desde hace más de una semana, cuando partieron de sus países, para intentar alcanzar el sueño americano, y que ahora mismo avanza por Chiapas, todos cargan con su propia historia de éxitos y fracasos.
Algunos, como el guatemalteco Leónides Méndez, de 28 años de edad, lamentan la era del “amor en tiempos del Facebook†y no lo recomiendan.
“Yo llevaba 18 años en Estados Unidos, pero regresé a mi país por una mujer con la que establecí una relación amorosa a través del Facebookâ€, contó.
“Yo dejé todo en Estados Unidos y me vine, pero ahora voy de regreso en esta caravana porque una vez que se me acabaron los dólares se acabó el amor. Así de tristeâ€, abundó, mientras curaba una ampolla en el pie derecho a causa de la caminata de 40 kilómetros de Tapachula a Huixtla el martes pasado.
“Estuve a punto de suicidarme por esa mujer, pero gracias a Dios aquí voy de nuevo por el sueño americano. Mi idea es llegar a Estados Unidos porque Guatemala está bien pobre; a veces se gana 50 o 60 quetzales al día y un plato de comida cuesta 15 quetzalesâ€.
“A mi no me deportaron de Estados Unidos, sino que vine por mi cuenta, por una mujer. Pero cuando ella vio que se acabó el dinero se acabó el amor. Yo intenté quitarme la vidaâ€, agregó.
Ella y él se conocieron de niños, pues eran vecinos: “Me enamoré. Fue mi primer amor, pero nunca le dije nada, hasta que ya estaba en Estados Unidos y nos cruzamos en Facebook. Empezamos a establecer una relación amorosa. Por eso regresé a Guatemala. Estaba demasiado enamoradoâ€, recuerda.
“Año y medio duró el amor. Lo que duraron los dólares, pero es una experiencia que me queda en la vida de que amor por Facebook, o por teléfono, no sirve. No le echo la culpa a ella porque fue mi error fijarme en una mujer que no conocía. Que Dios la bendiga. Gracias a Dios no agarré viciosâ€, continuó su relato.
Hace dos meses rompió la relación y decidió intentar de nuevo cruzar el río Bravo: “La primera vez entré de mojado con un coyote y no me costó, pero hoy voy en la caravana, ya que no tengo dinero. Y estoy dispuesto a lo que venga; no pierdo nada. Si me quedo en Guatemala es lo mismo, puro sufrimiento. Si no paso, me quedo en México trabajandoâ€, dijo.
Lo que le hizo la mujer “no tiene nombre, pues me sacó mi maleta de ropa de la casa con la policía. Me corrióâ€.
Sentado en una banca de Huixtla reveló que no es la primera decepción amorosa que le sucede: “En Estados Unidos estuve nueve años con una mexicana; cada viernes yo cobraba un cheque y como ella tenía documentos se lo daba para que lo depositara en el banco. A los años, me detuvo la policía por no tener licencia, registro ni seguro. Me quitó el carro y estuve preso tres días. Al salir llegué a la casa y sólo había tres bolsas para basura con mi ropa. Se había ido y se llevó mis ahorros de 22 mil dólares. Eso fue hace tres añosâ€.
En esa ocasión, recordó mientras los ojos se le llenaban de lágrimas, “intenté suicidarme. Me estrellé en un poste con mi carro. Un mes estuve en el hospital. He sido fuerte. Ya garré experiencia y gracias a Dios que no tengo vicios, sigo adelante, me tiene con vida, estoy sano. No me voy a quejar porque hay señores que sin pies y manos están viviendo, luchando, y a mi me tiene completoâ€.
Una de sus cuatro hijos que está en Estados Unidos ofreció ayudarle cuando esté en la frontera norte para que cruce, si la caravana logra llegar hasta allá.
—¿A pesar de todo lo que vas sufriendo en la caravana piensas seguir caminando?
—No hay vuelta de hoja para atrás. La decisión está tomada, pase lo que pase—, concluyó.