“Sólo pensábamos en vivir”, relatan sobrevivientes de Ayotzinapa en pelí­cula

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Bertha Navarro, familiares de los estudiantes desaparecidos y el director Enrique Garcí­a Meza, en el pasado festival de cine de Guadalajara.

La frase “ser joven y no ser revolucionario, una gran contradicción genética”, cuya autorí­a es de Lucio Cabañas, es un emblema en la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en Guerrero, donde estudió el lí­der guerrillero y también resuena: “¡Vivos se los llevaron. Vivos los queremos!”

La historia que envuelve a ese lugar, la cual comenzó la noche del 26 de septiembre de 2014 y culminó con la desaparición forzada de 43 estudiantes tras el artero ataque en Iguala, se desarrolla en el documental Ayotzinapa, el paso de la tortuga, dirigido por Enrique Garcí­a Meza y producido por Bertha Navarro, Guillermo del Toro y Alejandro Springall, que está disponible, desde el pasado primero de diciembre, en la plataforma de Netflix.

Testimonios

Entre los testimonios de estudiantes sobrevivientes, egresados, especialistas, padres, madres o familiares de los desaparecidos, videos y notas periodí­sticas, la cinta, de hora y 20 minutos, describe la historia del lugar, retoma las palabras de los jóvenes que vivieron la tragedia y realiza una narración minuciosa de lo sucedido a quienes sólo pretendí­an ir a conseguir recursos para viajar a Ciudad de México y participar en la conmemoración del 2 de octubre.

Pero, en Iguala, Guerrero, ya los esperaba la muerte con la guí­a de los policí­as municipales. Los alumnos distribuidos en cinco camiones fueron atacados, algunos murieron, otros se salvaron de milagro y el resto se trata de los 43 desaparecidos.

Ese dí­a, “ahí­ estaban, disparando a matar”. “Sólo pensábamos en vivir y comunicarnos con nuestras familias”, “Nos decí­an qué adónde nos fuimos a meter, por qué habí­amos buscado la muerte”, son algunas de las palabras que recuerdan algunos de los alumnos sobrevivientes.

La Normal Rural de Ayotzinapa, sostuvo el periodista indí­gena Kau Sirenio, “es el único espacio que queda de la Revolución, del cardenismo que es para los hijos del campesinos”.

Incluso, retomó otro de los jóvenes, “el eje polí­tico es fundamental, porque aquí­ se han formado muchí­simos maestros conscientes, muchos de ellos que hay en Guerrero o en Ciudad de México pertenecieron o egresaron de una normal rural”.

Para ser “docentes completos” se les enseña que deben conocer de sociologí­a, sicologí­a, pedagogí­a, historia y polí­tica, pero, añadió: “nuestro estudio de la polí­tica es sobre la realidad, de los verdaderos asuntos públicos y sociales del pueblo”.

La impotencia generalizada, el deambular de los padres en busca de sus hijos, el penoso e ineficaz rumbo de las investigaciones, el montaje de pruebas, peritajes sin credibilidad y fabricación de culpables, derivó en la protección del Estado a las maniobras que realizaron en mancuerna el narco y altos mandos del Ejército, develaron los especialistas y periodistas que han seguido el caso de desaparición forzada, vejación y tortura.

Anabel Hernández, periodista y escritora, enfatizó: “este caso se pudo resolver en 72 horas, ni una más. La Fiscalí­a General de Guerrero tení­a todos los elementos que hubieran permitido resolverlo de manera real, veraz y rápida”.

Hace unos meses, Bertha Navarro dijo que la pertinencia de este documental se sustenta, porque “se está apostando al olvido, a que seamos pasivos y, como sociedad, necesitamos estar muy presentes si queremos cambiar. Esta es únicamente la punta del iceberg de lo que sucede en relación con la violencia”.

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