Tecámac, Méx. A la Base Aérea Militar (BAM) número 1, conocida como Santa Lucía, se le considera el centro neurálgico de las operaciones de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), ya que en un máximo de dos horas cualquier aeronave puede llevar tropas o ayuda humanitaria al punto más lejano del territorio nacional.
Este aeropuerto es hoy uno de los mayores centros de capacitación y entrenamiento castrense y un espacio de alta seguridad donde se resguardan y se destruyen armas aseguradas al crimen organizado.
Esta base comenzó operaciones en noviembre de 1952 y se asienta en una extensión de 2 mil 300 hectáreas, cuenta con un pequeño edificio que hace las veces de terminal y sala de espera para dignatarios o funcionarios de alto nivel; una pista –con 75 metros de ancho, es la más amplia del país y en ella puede aterrizar cualquier modelo de aeronave–, tres zonas de hangares en las que se da mantenimiento y una zona para el resguardo de helicópteros y aviones que forman parte de ocho escuadrones aéreos.
En este lugar está el Museo Militar de la Aviación Mexicana, que abrió sus puertas en febrero de 2010 y que permite el acceso a cualquier persona; cuenta con naves, uniformes y otros materiales relacionados con los inicios de esa industria en nuestro país, la Segunda Guerra Mundial, además de aviones y helicópteros que ya no son útiles para las tareas de la FAM.
También hay tres desarrollos habitacionales para las familias de 3 mil militares, además de un área para el alojamiento de unos 8 mil soldados que durante cinco días permanecen acuartelados como parte de los programas de capacitación y adiestramiento.
Existen también instalaciones educativas de nivel superior, como la Escuela Militar de Tropas Especialistas de la Fuerza Aérea, la Escuela Militar de Ingenieros y también la Escuela Militar de Materiales de Guerra. Cada una tiene canchas de basquetbol, fútbol y volibol y espacios para ejercicios de cada especialidad.
La piscina cumple con estándares internacionales para competencias de clavados y las diversas especialidades de nado, a la cual pueden acudir los militares que forman parte de alguna escuela de nivel superior.
Aquí se ubica el centro de entrenamiento de la Policía Militar, de las Fuerzas Especiales y Fusileros Paracaidistas. Las agrupaciones poseen amplias zonas para el entrenamiento físico. También pueden realizar prácticas de campo. Por ejemplo, en el caso de la Policía Militar se capacita en aulas al aire libre en el nuevo sistema de justicia penal, el uso de la fuerza, búsqueda y resguardo de evidencias.
Asimismo, en el caso de la Policía Militar, se cuenta con instalaciones para el entrenamiento de binomios caninos con especialidades en búsqueda y detección de explosivos, así como de armas y drogas.
En el interior de la BAM operan escuelas de nivel básico para atender los requerimientos educativos de los hijos de militares y de la población que habita en inmediaciones de la base.
Desde hace semanas muchos ya saben que sus hogares, sus sitios de entrenamiento y hasta de esparcimiento serán demolidos para dar paso al nuevo aeropuerto.
De acuerdo con información obtenida de fuentes militares, el proyecto del nuevo aeropuerto requiere de unas 700 hectáreas más de terreno para la construcción del edificio terminal, áreas de aduana, hospedaje y servicios; indicaron que las autoridades ya habrían llegado a un acuerdo económico con ejidatarios de las comunidades de San Lucas Xolox y San Miguel Xaltocan para obtener los predios.
Para las dos pistas con que contará el aeropuerto comercial (ya que ahí seguirá la base militar) se tiene proyectada la demolición de lo que hoy forma parte de los centros de entrenamiento y los hangares, también las áreas de vivienda. Todo eso será reubicado. La construcción –según el proyecto oficial– comenzará el próximo mes de junio.