Marieke Vervoort, atleta paralímpica belga, falleció después de abandonar el tratamiento que la mantenía con vida y someterse a la eutanasia.
Apenas a los 14 años, Vervoort recibió la noticia que le cambiaría el resto de su vida y la enfrentó a la muerte prematura: le detectaron tetraplejia progresiva, un padecimiento que le paralizó la mitad inferior del cuerpo y la dejó en una silla de ruedas desde los 20 años.
La tetraplejia es una parálisis causada por una enfermedad o lesión que tiene como consecuencia la pérdida parcial o completa del uso de las cuatro extremidades y del torso.
Sin embargo, esto no detuvo su carrera como deportista y se convirtió en uno de los grandes emblemas del deporte paralímpico a nivel mundial. Tuvo éxitos como oro y plata en los 100 y 200 metros de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, y bronce y plata en el 100 y el 400 de Río 2016, esta última justa marcó su retiro.
“A veces me siento muy muy mal, tengo un ataque epiléptico, lloro, grito debido al dolor. Tomo muchos analgésicos, valium, morfinaâ€, narró Vervoort para la BBC de Londres en 2016.
“Mucha gente me pregunta cómo es posible que puedas tener esos resultados tan buenos y sigas sonriendo con todo el dolor y los medicamentos que consumes. Para mi, el deporte y la carrera con silla de ruedas, son una especie de medicamentoâ€, añadió.
En 2016, Vervoort solicitó los papeles para ser candidata a recibir la eutanasia “para evitar la tentación del suicidioâ€, ante los dolores que sufría. En Bélgica, se necesita la autorización de dos médicos para ese propósito. El mayor miedo que tenía la atleta paralímpica era terminar como un vegetal.
El diario El País relata que la belga cumplió un último sueño al subirse a un Lamboghini, junto a su perro y familiares, semanas antes de morir.
Revive aquí, la conquista de la medalla de oro de Vervoort en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.