Golpe a golpe
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Por Sánchez-Mendoza
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Hay quien todavía se pregunta por qué César Guerra Montalvo fue cesado como director general del Colegio de Bachilleres de Tamaulipas (Cobat), a pesar de que él siempre presumió tener vara alta en el Gobierno estatal. Y enseguida le explicó al menos cuatro motivos que originaron su caída:
1) Las múltiples confrontaciones que durante su mandato tuvo con los maestros, el personal administrativo, alumnos y padres de familia;
2) Las demandas promovidas en su contra por despidos injustificados, hostigamiento, acoso laboral, amenazas y maltrato psicológico;
3) El deshonroso vigésimo octavo lugar en que ubicó a la institución en materias de Lenguaje y Comunicación, como en Matemáticas, según se lee en la página electrónica (oficial) del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea); y
4) La incorrecta aplicación de los recursos federales, como se advierte en el Sistema de Conciliación de Organismos Descentralizados (Sicodes).
Todo ello en tan sólo cerca de 25 meses –del 7 de agosto del 2017, al 31 de octubre del año en curso–, durante los cuales incumplió su oferta de elevar la calidad educativa para beneficio de los jóvenes tamaulipecos, aun cuando al tomar posesión del cargo afirmó estar preparado para conducir a buen puerto al Cobat.
No obstante desde su arribo comenzó a tener problemas con docentes y el personal administrativo, al removerlos de puesto o cambiarles espacios para su desempeño, colocando en su lugar a incondicionales suyos.
Y cuando fracasó en su intento, optó en obligarlos por vías distintas: la amenaza verbal, directa o a través de testaferros; el cambio de horarios; no atendiendo sus peticiones de materiales; o retrasándoles viáticos a quienes viajaban frecuentemente por cuestiones inherentes a su cargo. Pero salían, cubriendo con recursos propios su gasto, porque de lo contrarío le daban el pretexto legal para ser echados del organismo.
También inventó ‘comisiones’ para desplazar a mentores de sus aulas.
Y eso, precisamente derivó en paros y manifestaciones. No sólo en las instalaciones centrales del Cobat, sino también en los planteles que hay en todo el estado.
Por tanto, César nunca fue el sujeto idóneo para ocupar ese cargo.
Ahora bien, para mejor entender la casi nula productividad del susodicho, sólo basta recorrer los pasillos de los planteles educativos y constatar que los intereses de Guerra Montalvo estaban muy distantes a los académicos.
Ni qué decir de los procesos administrativos, que por Ley se deben de cumplir ante la Federación; y, en particular, los requisitos que solicita la Dirección General de Planeación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través del Sicodes. Un sistema diseñado para garantizar la correcta aplicación del gasto etiquetado por la Federación.
í‰stas irregularidades pusieron en peligro la continuidad, contratación, basificación, carrera magisterial y otras prestaciones para las decenas de docentes; y si aún no hay certeza de recuperarlas, todo es gracias a César Guerra Montalvo.
Por cierto, todavía dejó pendientes los rembolsos solicitados por la Auditoría Superior de la Federación.
Y sólo por no hacer las cosas, como las debió realizar, correctamente.
Pese a estos antecedentes, todavía se atrevió a agregar la frase ‘Soy líder’, a la expresión ‘Soy mejor, soy Cobat’.
¿Acaso no hubo, durante su gestión, uno de sus panegiristas que le explicara que un líder es quien va siempre a la delantera?
¿Que un líder es el que pone el ejemplo. Un líder es el que demuestra y hace bien las cosas?
Creo que no.
Ya que él realizó todo lo contrario.
O, al menos, que tenga problemas de interpretación estadístico y haya creído que la evaluación fue a la inversa.
En resumen, César Guerra Montalvo le falló al Cobat.
Le falló a Tamaulipas.
Y le falló al gobernador, Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
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