No existe temor, penuria o sacrificio que se interpongan entre el ser humano y sus pasiones. En su adolescencia, Diego Enrique Osorno descubrió que tenía un romance con la escritura y decidió transformar su ánimo creador en la pasión que hoy lo obsesiona: el periodismo.
“El periodismo ha sido mi columna vertebral. He experimentado con literatura, con el mundo del cine a través del documental, con la televisión a través de las series de ficción, pero esencialmente me considero un reporteroâ€, dice en entrevista el creador de la serie documental 1994, que se exhibe en Netflix.
La escritura del regiomontano se alimentó, en primera instancia, de la lectura de poemas. “Quería comunicarme a través de la poesía y decir muchas cosas, pero las terminé diciendo por medio del periodismoâ€, explica desde su oficina en Ciudad de México.
La estación Radio Alegría, de Monterrey, Nuevo León, fue la primera empresa informativa que recibió a Osorno a sus 14 años. Un corte informativo de cinco minutos interrumpía cada hora la programación de música grupera y abría una oportunidad para el joven nacido el primero de diciembre de 1980.