Borrascas de enero

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Por Carlos López Arriaga

Cd. Victoria, Tam.- Dentro del panorama binacional, el 2020 empieza con dos procesos en paralelo que prometen el suficiente ruido mediático para todo el mes.

El de mayor envergadura será, sin duda, el proyecto para desaforar a DONALD TRUMP. Propuesta que, como sabemos, podrí­a ser aprobada por la mayorí­a demócrata en la Cámara de Representantes pero abortada por la mayorí­a republicana en el Senado.

Algo muy parecido al “impeachment” emprendido contra BILL CLINTON por el caso LEWINSKY en 1999.

Con la diferencia de que los republicanos dominaban entonces la Cámara Baja, pero los demócratas pararon en seco el proyecto desde la Cámara Alta.

Por ello, nada impide pensar que de nueva cuenta volverán a quedar “tablas”.

De hecho, el despido de un presidente por esta ví­a jamás ha ocurrido en toda la historia de los Estados Unidos.

Al presidente ANDREW JOHNSON (1868) lo condenó también una cámara y lo salvó la otra.

Es decir, siguió gobernando pese a la malquerencia abierta de un importante grupo legislativo.

El único episodio relativamente exitoso fue el de RICHARD NIXON en 1974, aunque el procedimiento de su destitución jamás se llevó a cabo.

El presidente se adelantó a los acontecimientos y prefirió dimitir antes de ser humillado por el congreso.

El habilidoso “RICKY-tricky” echó a correr para evadir el castigo.

Cambió su renuncia por impunidad.

Esto es, la suspensión definitiva del proceso que debió llevar a media docena de cómplices a la cárcel (incluyéndolo a él) pero quedó cancelado dí­as después.

Amén de que su sucesor, el hasta entonces vicepresidente GERALD FORD, indultarí­a a NIXON poco después.

La salida de RICHARD se anunció el 8 de agosto, el perdón de GERALD fue firmado el 8 de septiembre del mismo 1974. Exactamente un mes.

Por eso NIXON se despidió a carcajadas en su último paseo por los hermosos jardines de la Casa Blanca hasta el helicóptero que lo llevarí­a a su retiro.

La foto haciendo la “V” de la victoria con ambas manos fue más que elocuente.

EL MEXICANO

Un segundo escándalo serí­a el juicio ahora en marcha contra el expolicí­a calderonista GENARO GARCíA LUNA en la corte de Brooklyn, Nueva York.

Lo cual fue confirmado al cerrar la semana, tras su muy personal decisión de declararse “not guilty” (“inocente”, pues) en los cuatro cargos que se le imputan.

Es decir, de (1) conspiración internacional para distribuir internacionalmente cocaí­na, (2) conspiración para distribuir y poseer cocaí­na, (3) conspiración para importar cocaí­na y (4) declaraciones falsas ante el servicio aduanero de Estados Unidos.

Mire usted, en la ví­spera se cruzaron apuestas en torno a la referida decisión.

De haber aceptado sus culpas, ahorrarí­a mucho dinero al erario estadounidense y ello podrí­a significarle una rebaja importante en la condena.

Por el contrario, al declararse “inocente” GENARO desafí­a abiertamente al fiscal y lo reta a probar sus acusaciones.

Las cuáles, de resultar ciertas, agravarí­an drásticamente el castigo.

Ello, a menos que ocurra un cambio de postura antes o durante la próxima audiencia, programada para el 21 de enero, en dos semanas más.

Tendrí­amos, por lo pronto, un estatus de “not guilty” sujeto a negociación.

Corren 14 dí­as (acaso menos) para saberlo.

Todo dependerá de lo que pueda ofrecer a cambio un hombre con la información del ingeniero GARCíA LUNA

Mire usted, por supuesto que sabe demasiado.

Trabajó una década para dos administraciones prií­stas (SALINAS y ZEDILLO) en el CISEN y en la Policí­a Federal Preventiva.

Y luego 12 años más bajo los gobiernos panistas de FOX y CALDERí“N, como director de la AFI y Secretario de Seguridad.

En efecto: “He knows too much”…

Bastante, acaso, lo suficiente para poner a temblar a quienes ocuparon Los Pinos y oficinas aledañas desde 1988 hasta 2012, por lo menos.

Y bueno, se insiste en la broma del ventilador.

Ese gigantesco abanico que amenaza a la clase polí­tica de hoy, ayer y antier.

Se dice que cuando alguien con la jerarquí­a de GENARO, decide expulsar todo lo que sabe, la inmundicia se dispersa en cantidades abundantes y en todas las direcciones posibles. Salpica a todo mundo.

Salvo que ocurra algún imponderable, este “show” podrí­a superar en magnitud a todos los anteriores, incluyendo, por supuesto, al de JOAQUíN ARCHIVALDO GUZMíN LOERA.

Al baile vamos.

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