DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.
22.07.2020.
Por lo regular pocas veces escucho el timbre del celular, menos el vibrador, así que al revisarlo veo si tengo llamadas perdidas. Hoy tenía la de un amigo, así que la marque: me pidió que si puedo probar un producto y darle mi opinión. Me dice: vendí mi carro para aguantar unos días, sigo haciendo mi trabajo normal, pero cada día es menos, y estoy buscando una opción que me permita ganar un poco de dinero. Sus palabras me pusieron a pensar.
Estamos viendo el covid-19 solo como estadísticas de contagios y fallecimientos. Escuchamos la conferencia de Hugo López Gattel, revisamos estadísticas, nos preocupa que no baje el pico de la pandemia y que, día con día, nos dicen que hay menos camas y menos, entiéndase, respiradores. Concluimos que la situación de salud es grave, complicada y da la impresión que no tiene para cuando acabar.
EMPLEO Y ALIMENTACION.
La llamada de mi amigo me hizo voltear hacia otra realidad: la social y económica. Que el IMSS y la Secretaria del Trabajo, de vez en cuando, informan de los empleos que se pierden; de como los líderes de la CANACO como de la COPARMEX, cada vez que pueden hacen notar que los comercios y empresas están cerrando, que se traducen en pérdidas económicas y de empleos. Y, la gente, las familias, tienen que comer.
Cada día veo a más personas, en la calle, vendiendo frutas, nopales, tomates, cebollas, ajos o, de plano, pidiendo un apoyo para comer. Es una realidad que se ve, que se siente, y que uno, de plano, se siente impotente: ¿Qué podemos hacer? Ahí es cuando nos acordamos de que el gobierno tiene la tarea de crear condiciones de empleo y de bienestar social. El covid-19 nos contagia y nos mata; y la economía maltrecha nos mata de hambre.
SIN DINERO Y MAS CARO EL ALIMENTO.
Quienes compramos la despensa acostumbrados a comprar, como quien dice, lo mismo cada semana, nos damos cuenta del valor del dinero: notamos como, cada semana, el dinero vale menos, porque compramos menos artículos alimenticios. En mi caso, desde que hay una frutería cerca de mi casa, todo lo que son verduras y frutas deje de comprarlos en las tiendas de autoservicio: la diferencia, en algunos casos, son esta 10 pesos (caso del aguacate), pero, además, la fruta y verduras son más recientes, más frescas.
Comprar cada tres o cinco días tomate, cebolla, aguacate, nopales, frijoles, entre otras cosas, notamos la evolución del precio. A veces son de 2, 4 o 5 pesos; en un solo producto no se nota, pero ya en varios, el acumulado nos indica que en lugar de 3 tomates hay que comprar 2. Así, de sencillo, es como uno se da cuenta que el valor adquisitivo del salario cada día se pierde. Aumenta la canasta básica, pero no el salario, el ingreso familiar.
TACOS Y HOT DOG DE TEOCALICHE.
Tengo como 30 años viviendo en Teocaltiche. A una cuadra de mi casa hay un puesto de tacos; tiene, como mínimo, 25 años; es el dueño y como 4 o 5 ayudantes. Con la pandemia y las
restricciones de estar en casa, su clientela disminuyó: solo para llevar. Pero ahora, de no circular de 10 pm a am, el problema se agravo. La cuestión es que ahora solo puede vender (trabajar) hasta las 10 de la noche. Solo 3 horas al día. Así, ve, hace cuentas, cada día vende menos. Ha tenido que despedir ayudantes.
El amigo, el que siempre te dice a modo de saludo, “como estas tigre†vende hot dog y hamburguesas a dos cuadras de mi casa, en otra placita. Tenía 5 ayudantes, su clientela numerosa. Ahora, solo cuenta con 2 ayudantes. La venta, los clientes, han disminuido notablemente. Negocios como los descritos son informales. Imaginen lo que sucede con los formales: el covid-19 los ha golpeado tremendamente, invierten y ganan menos en caso de que no pierdan.
Mi amigo, el de la llamada telefónica, vendió su carro para sobrevivir: ¿Cuántos hicieron lo mismo? ¿Qué sucederá cuando ya no tengan que vender y no encuentren, o tengan, opciones para sobrevivir económicamente?