Dolor y desesperación en la frontera

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DESDE ESTA ESQUINA.

Por: MELITON GUEVARA CASTILLO.

El huracán Hanna hizo de las suyas en buena parte del territorio nacional y Tamaulipas no se escapó. Las cuentas indican más de 65 mil damnificados cuyas viviendas sufrieron daños incalculables. Por eso, en Dí­az Ordaz, Reynosa y Vallehermoso ya se hizo la correspondiente declaración de emergencia. A partir de esa coyuntura, el apoyo debe llegar a los damnificados.

 

La humanidad al paso de los siglos, aquí­ y allá, ha padecido estragos, daños y más daños, menores y mayores, a causa de los vaivenes de la naturaleza; da la impresión que se enoja o que, la propia humanidad, la hizo enojar. El caso es que puede ser por llover o por no llover, por heladas, por tornados, variadas y múltiples formas… el resultado es solo uno: daños y perjuicios para pueblos y habitantes.

 

¿PARA QUE SIRVE LA CIENCIA?

En mis años de estudiante me dijeron que la ciencia es la explicación objetiva y racional de la naturaleza; para conocerla, entenderla y comprenderá en sus leyes y fenómenos; y que, así­, es como el ser humano puede disponer de teorí­as y explicaciones para usarlo y transformarla según convenga, vamos pues, al beneficio colectivo, de la salud y de la vida, del desarrollo y del progreso.

 

Año tras año la naturaleza nos sorprende. Tengo la impresión de que el hombre aun no aprende a conocerla; sin embargo, después de meditar un poco, llego a la conclusión de que si la conocemos, pero el gran problema está en los polí­ticos, que no gobierno bien, pero además agregamos, sin la menor duda, la imprudencia o la ignorancia de buena parte de la población.

 

IMPROVISACION Y CORRUPCION.

Los desastres naturales son recurrentes. Algunos son cí­clicos o por temporadas, como es el caso de los huracanes. Estoy convencido de que muchos problemas, digamos de Reynosa como de Victoria, son consecuencia de la ausencia de una planeación adecuada, pero sobre todo, de la corrupción con que se manejan sus gobernantes al realizar obras públicas. Cada vez que llueve la situación es la misma: inundaciones, daños patrimoniales y hasta pérdida de vidas.

 

En buena parte de las ciudades, como Matamoros y Reynosa, el problema cuando llueve es la infraestructura para la corriente vial: no hay forma de que el agua corra, se desplace y no forme lagunas. Es culpa de un desarrollo urbano hecho al trancazo, respondiendo a intereses y no a las condiciones del terreno. El hospital materno-infantil en Reynosa, se inundó: ¿Por qué lo construyeron ahí­? ¿Acaso no sabí­an que, ese terreno, es una laguna natural cuando llueve?

 

DOLOR Y DESESPERACION.

El agua no se detiene: arrastra y destruye. Y eso es lo que sucedió en Reynosa, Vallehermoso y en Dí­az Ordaz, tres poblaciones de la frontera norte. Las imágenes televisivas y en las redes sociales nos llenan de dolor y desesperación; dolor por los daños que sufren miles y miles de habitantes; desesperación porque, en esos momentos, no hay forma de ayudarles. Y lo primero que hacen las autoridades es ir y tomarse la foto para que el boletí­n diga que ahí­ están, ayudándolos.

 

Tragedias como la de Reynosa si no se pueden impedir, si se puede cuando menos aminorar: con obras públicas adecuadas, completas y no solo remedios parciales, que sirven para la foto, pero que con el primer aguacero se observa que se construyó mal, con pésimo material y que no sirve. Lo importante es que el polí­tico actué, no pensando en la foto, si en resolver un problema. En caso contrario, año con año, la naturaleza recordara a los habitantes que sus gobernantes les han fallado.

 

GOBIERNO PARA SERVIRSE.

Buena parte de los gobernantes, de aquí­ y de allá, están cortados con la misma tijera: no les interesa la ciencia, hacer bien las cosas; porque para ellos, ser parte del gobierno, es la oportunidad para servirse, obtener privilegios y riqueza; no buscan ni obtienen el poder para servir a la gente.

 

 

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