Nuestros Derechos

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DESDE ESTA ESQUINA.

MELITON GUEVARA CASTILLO.

Desde que lleve mi clase de civismo en la secundaria conocí­ que tení­amos derechos. Fue la maestra Nohemí­ Berrones, recuerdo que leí­mos un texto que se llama “Nuestra Constitución”. Ya luego, en otras instancias educativas, aprendí­ que vivimos en un Estado de Derecho y que los ciudadanos podemos hacer todo aquello que no está prohibido por la ley.

Y de un tiempo para acá, con mucha frecuencia, he leí­do y escuchado como no hay un respeto a los derechos ciudadanos, a los humanos, a los cí­vicos, a los sociales, a los polí­ticos. Por eso, de pronto, apareció una Comisión de los Derechos Humanos; como respuesta, por decir, a la corrupción e impunidad con que se conducí­an los cuerpos policiacos del paí­s y, claro, otras instancias gubernamentales.

CAMBIO EDUCATIVO.

Cuando mi hija estaba pequeña, creo que en los primeros años de su educación primaria, un dí­a puso en la puerta de su recamara un mensaje: Los niños tenemos derechos. Me cayó en gracia y, la verdad, no indague porque lo puso. Pero al paso de los años hemos visto como en el sector educativo se ha dado un cambio tremendo en la relación maestro-alumno. Mi generación presume como, nuestros padres y maestros, nos educaron.

Mi padre nunca ejerció violencia fí­sica en mi contra, ni los maestros. Pero si vi, fui testigos, de los maestros daban reglazos en la mano; otros, lanzaban el borrador en contra del indisciplinado y, otros, mas, te paraba al fondo del salón, incluso danto la espalda a nuestros compañeros. Un profesor, el de 5º, nos jalaba de las patillas y nos sacaba del salón; otra, clavaba su una en la oreja y te jalaba, al lugar del castigo… Eso cambio, ahora las denuncias en la tv y en las redes sociales.

DERECHO DE TRANSITO.

La pandemia del covid-19 obligo a unos paí­ses, como España e Italia, a establecer medidas restrictivas: confinamiento en casa, salir solo una persona a comprar despensa o medicinas, en caso contrario habí­a multa. En el caso de México, AMLO desde un principio dijo que se respetan los derechos humanos, que no hay castigos y que todo es voluntario. Ya van más de 50 mil muertos. Y en el caso de Tamaulipas, con la restricción de tránsito y el hoy no circula, hubo hasta amparos.

Se da el caso, sin embargo, que en Nuevo Laredo el Presidente Municipal Enrique Rivas ha impuesto una multa de 800 pesos a quien no use cubrebocas es espacios públicos, al que no respete el hoy no circula y al que infrinja la restricción vial de 10 pm a 5 am. Y, dice, es con el fin de disminuir los contagios y fallecimientos, sin impórtale, afirma, el costo polí­tico que ello le pueda traer consigo.

RESTRICCIí“N DE LOS DERECHOS POLITICOS.

Tenemos derecho a manifestar nuestras ideas y opiniones, como también a votar y ser votados en una elección. El primer derecho es la libertad de expresión, que choca con la censura y en el extremo con la represión; en el caso de los derechos polí­ticos, recuerdo como un candidato a

Presidente Municipal fue acusado y sentenciado. Apareció su nombre en la boleta y, hasta donde sé, el suplente es quien ejerció el poder. En qué momento, un ciudadano pierde su derecho a votar y ser votado? Obvio, quien ha sido sentenciado.

La cuestión es simple: ¿puede la Fiscalí­a de Justicia convertirse en un arma polí­tica? En los hechos, yo creo que sí­. Tenemos el caso de Carlos Cantú, en Nuevo Laredo, a quien le han girado ordenes de aprehensión y no aparece, precisamente, para no ser detenido: pero, la cuestión, es que no ha sido juzgado, aún no sabemos si es inocente o culpable… en tanto, no puede aparecer en las boletas electorales.

ACOSO JUSTICIERO.

En el ámbito federal el caso de Emilio Lozoya se ha convertido en un verdadero acoso justiciero. Y, en algunos casos, creo que es más para negociar que para hacer justicia. Pongo dos ejemplos: el del gobernador Francisco Javier Garcí­a Cabeza de Vaca, panista, como el de Miguel íngel Osorio Chong. Para ser juzgado, ambos, primero tendrí­an que ser desaforados o que renuncien a su fuero. Mientras eso no suceda, es pólvora mojada, que algunos efectos y consecuencias tendrá en los actores polí­ticos.

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