Dr. Jorge A. Lera Mejía
Nuevamente, la economía mexicana se enfrenta crudamente a una Recesión Económica (RE); concepto que los políticos de la 4T en turno no les gusta que se les recuerde, por lo que algunos economistas le llaman a la RE una Recesión Técnica, para darle al término un matiz menos llamativo, menos impactante.
Para los economistas académicos y clásicos, una Recesión Económica es un decrecimiento de la actividad económica durante un periodo de tiempo. Generalmente se considera que existe recesión cuando la tasa de variación del Producto Interno Bruto (PIB) es negativa durante dos trimestres consecutivos.
Para el actual caso mexicano, entre los recientes meses de octubre y diciembre del 2021, la economía mexicana sufrió una contracción de 0.1% del PIB, en comparación con el período previo, acumulando así dos trimestres consecutivos de caídas, de acuerdo con las cifras que difundió este lunes el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Primeramente, entre julio y septiembre, el aparato productivo tuvo un retroceso de 0.4% del PIB.
Por lo citado, México volvió a encontrarse en una clara situación recesiva, una muestra que se repite una desaceleración de nuestra economía, que significa «retroceso y estancamiento», debido a las malas políticas públicas financieras y económicas ortodoxas, de este gobierno transformador.
Vale recordar y citar aquí, que la recesión económica es la fase del ciclo económico en la que la actividad económica se reduce, disminuye el consumo y la inversión, aumenta el desempleo; mala noticia para un sexenio que desde su arranque, no ha logrado incentivar a las variables macro y microeconómica, que insiste en aplicar políticas públicas asistencialistas en contra de medidas contraciclicas que incentiven a las variables de la inversión, producción y la generación del empleo formal.
Al haber disminución del consumo, de la inversión y de la producción de bienes y servicios, provoca a su vez, que se despidan trabajadores y, por tanto, aumente mucho más el desempleo.
Peor aún, en México ya tenemos más de 10 meses registrando altas tasas de inflación del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), a grado tal, que cerró el año con una tasa superior al 7.38% anual, siendo la tasa más alta registrada en los últimos 15 años.
Por ello, citamos aquí que, cuándo en una recesión se produce en paralelo una alta inflación, al fenómeno se le conoce como «Estanflación». La estanflación produce un empobrecimiento mayor de la población y dificulta la salida de la misma recesión, presentando un «círculo vicioso en espiral».
Dicho con otras palabras, hace más difícil que los gobiernos por medio de su Secretaria de Hacienda (políticas hacendarias) y sus bancos centrales (políticas monetarias), adopten medidas efectivas para corregir la situación de tal estanflación.
Volviendo con los recientes resultados publicados este lunes por el INEGI, donde tenemos ya registrados dos trimestres de decrecimiento del PIB: una contracción de dos trimestres consecutivos significa ‘recesión técnica’, esto de acuerdo con los analistas de la economía mexicana.
Un ejemplo de dichas instituciones, fueron las declaraciones anticipadas que hicieron los representantes del «Bank of America». La firma pronosticó una caída anual de 1.9% en el cuarto trimestre, luego de una contracción de 5.2% en el tercero.
Este factor llevó al banco a ajustar a la baja su previsión de crecimiento en 2022 para México, que pasó de 2.5 a 1.5%.
En el cuarto trimestre, por sectores en México, el primario (que engloba actividades de agricultura y ganadería) subió 0.3%; el secundario (relacionado con la industria) avanzó 0.4%, y el terciario (que tiene que ver con servicios, como el turismo) se contrajo 0.7%.
El dato final oficial del cuarto trimestre de 2021 se dará a conocer el próximo 25 de febrero, cuando el INEGI publique las cifras revisadas, por lo que la contracción de 0.1 por ciento aún puede cambiar o incluso empeorar.
Este deterioro, se debe a la contracción de la inversión, por una serie de choques externos e internos, por una errática política económica, y por el clima de desconfianza creciente entre los agentes económicos…