El precio del poder

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DESDE ESTA ESQUINA.

MELITON GUEVARA CASTILLO.

18.05.2022.

EL PRECIO DEL PODER.

La decisión de Américo Villarreal Anaya de no asistir al segundo debate gubernamental me hizo recordar la película Power, que algunos en aquel entonces, tradujeron en “El precio del poder”. Quizá, en este momento, no se viva una situación parecida a la descrita en la película; lo cierto, innegable, es que en cada elección los métodos y procedimientos para destruir al enemigo son mássofisticados o, en algunos casos, mas burdos. El hecho, también innegable, es que así como se construye una candidatura, también se destruye. Hoy dicen, un twitter puede bastar para destruir una imagen triunfadora.

Alega AVA para no asistir al debate que el IETAM no está a la altura de la coyuntura. Enumera hasta 7 fallas; que vista desde una óptica, pueden ser validas, pero también pueden ser un pretexto. La historia de los debates evidencia que, efectivamente, los debates tienen un impacto: Nixon perdió una elección por su mala actuación en el debate televisivo; AMLO en una de sus candidaturas que perdió, no asistió a un debate… La duda, persiste: ¿un debate ayuda a ganar una elección? Creo que, en este caso, el que pierde es la ciudadanía, que dejara de obtener información para tomar su decisión.

LA PELICULA.

La película me sirvió para ejemplificar, en mis clases de comunicación política, lo que se hace y no se hace en una campaña política; de cómo, ahí también, hay ética y corrupción; de cómo, en una campaña, se requiere del ingenio de los publicistas, pero que también aparece el conjunto de acciones que, sin ética, se realizan con tal de hacer ganar a uno u otro candidato. Pero, eso sí, muestra como es la preparación para un debate: el discurso del candidato, el escenario, las tomas, las posturas, las luces, el ataque o contrargumentación.

Por ejemplo, ahí se explica, el trabajo de las encuestas o estudios sobre la demografía. Conocer o ubicar a los distintos segmentos de la población; sus características, sus necesidades, pero además su participación en los procesos electorales, da pie para como conformar la muestra de la encuesta. Y es que, la verdad, uno se sorprende: si, de cómo, los simpatizantes de uno y otro candidato presumen, pregonan encuestas… es posible, amable lector, ¡que ganen los dos! Una encuesta, entiéndase, está elaborada con la intención de manipular el voto… es falsa o, tan simple, su elaboración parte de errores de construcción.

ASISTIR O NO ASISTIR.

Un candidato tiene una necesidad: ganar adeptos para triunfar en las elecciones. Es una necesidad imperativa, por eso, andan en la calle en busca del voto. Y los ciudadanos, en esta coyuntura, tienen un derecho: el de ser y estar informado sobre las condiciones de cada uno de los candidatos. Y eso es, precisamente, el propósito de un debate: conocimos, por ejemplo, en el primer debate, que no conocen la problemática, que requieren de un texto para leerlos. Por eso, ahí mismo, algunos salieron con calificativos: como el de mantenido, que le endilgaron a Arturo Diez Gutiérrez.

Una elección es un proceso de suma y restar adeptos. En el caso de los debates, siempre se ha registrado que, quien va en primer lugar, tiene mucho que perder; en cambio, quienes van, digamos abajo, lo ven como el escaparate que les puede servir para subir, ganar más adeptos. En esta coyuntura AVA ya informo que no ira al segundo debate: y aparecen, entonces, las explicaciones y los reclamos. La explicación es que lleva una ventaja, creo que exageran, de 2 a 1, y que no tiene caso que se exponga; en contraparte, alegan que no va, precisamente, porque sabe que se expondrá al juego sucio y no tendrá forma de responder. ¿Qué hace, pues, su cuarto de guerra?

CAPSULA DEL TIEMPO.

Una mujer, apasionada, no se anduvo por las ramas. Afirmo que le vale pura… si lo que dicen de su candidato es cierto o no, que ella de todos modos tiene confianza en él. En pocas palabras, se hace a un lado el valor de la verdad, de la conciencia. Y por otra parte, observamos, leemos, lo que se dice de uno y otro candidato en las redes sociales. No hay, vaya pues, a quien irle; es cuando recuerdo lo que un día señalo un jefe de prensa: que dirán, digamos, dentro de 50 o más años, que revisen los procesos electorales, y lean lo que se dice de uno y otro, y que nosotros tan campantes votemos por ellos. Son los que hay.

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