Usher apuesta por la sobriedad para competir ante el Taylor Bowl

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Las Vegas. ¿Puede alguna estrella del espectáculo del medio tiempo competir contra el fulgor de Taylor Swift? O mejor aún, ¿hay alguien en el mundo de la farándula que se atreva a intentar robarle reflectores a la estrella pop del momento?

Qué terrible encomienda le asignaron a Usher para tratar de ser el estelar en el centro de la cancha del Allegiant Stadium de Las Vegas. Mientras desde un palco la diva mueve todo el show del Supertazón alrededor suyo. Sin hacer nada, con la sola presencia la Queen Swift es el espectáculo de todo el Supertazón.

La respuesta fue la sobriedad del R&B de Usher, el cantante y bailarín que puso el soul, el alma, a un espectáculo que suele ser la versión estridente de un fin de curso colegial estadunidense. De blanco como un príncipe y guante con diamantes en la mano izquierda como homenaje a Michael Jackson, una leyenda en los espectáculos de medio tiempo.

El enigma lo resolvió con una puesta en escena sin alardes escénicos. Al centro una gran pista y los saltimbanquis, contorsionistas y zancos que le dieron el tono de circo antiguo, uno que bien pudo llamarse Barnum and Soul.

Una tela monumental, como un acto de magia titánico, fue deslizada para que Alicia Keys hiciera su aparición mágica con un piano espectacular, rojo sangre ella y el instrumento que parecía salido de la pesadilla de Liberace. Un dueto de notas altas como en el mejor Motown.

Después el desfile de invitados, H.E.R. empuñando una guitarra glam. El inolvidable will.i.am, de Black Eyed Peas y Ludacris con un afro que semejaba a un Colin Kaepernick enojado, el ex mariscal de San Francisco borrado de la NFL por protestar contra el racismo.

–Y en las gradas esperaban la aparición de Swift–

En medio de la oscuridad del Allegiant Stadium, la aparición de Usher no era suficiente para todos. Más de uno buscaba en las pantallas gigantes alguna imagen sorpresa de Taylor Swift, algo que pudiera encender como nunca antes el espectáculo de medio tiempo del Supertazón de la NFL.

En grupos de Whatsapp y otras redes sociales, un video grabado en 2011 entre el cantante de rhythm and blues y la estrella del pop, interpretando a dueto la canción “Yeah!” en el antiguo Phillips Arena en Atlanta, empezó a reproducirse a gran escala entre las luces de los celulares.

Era esa la última esperanza de decenas de Swifties, el sueño más loco de todos. “¿Dónde está Taylor?”, se preguntaban. Pero Usher, que representa la música de un público que cada vez más adulto, siguió su performance sin mirar un segundo hacia el palco de Taylor.

La NFL también jugó su papel: no permitió que ningún grito ni alguna protesta de cualquier tipo afectara la atmósfera de un escenario que imaginaron perfecto. Incluso, con su verdadero motor de comercialización como espectadora en un palco.

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