Omar Chávez ganó, pero no convence; es mejor que se retire, dice su tí­o Rodolfo

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Parece que no tiene remedio la carrera de Omar Chávez. Con esa amargura evalúa su tí­o y entrenador Rodolfo la reaparición en el boxeo de uno de los hijos del célebre ex campeón Julio César Chávez. Quizás es demasiado cercana la más reciente decepción. Una más, lo admite. Sobre todo después de un par de derrotas consecutivas y volver, sí­ a ganar, pero de qué forma, en una exhibición que no gustó nada en su esquina.

Desde antes del combate habí­a una advertencia que se promovió casi como un eslogan. El ultimátum. De quién más, si no de su padre Julio César, quien ya ha declarado una y otra vez que si sus hijos no se toman en serio el oficio que lo encumbró, mejor que se retiren.

El papá les puso un ultimátum, dice Rodolfo a caballo entre el papel de tí­o y entrenador; pero ya están grandes, no los puede obligar, ni a que dejen de pelear ni a que sigan, sólo ellos decidirán qué quieren con sus vidas.

Omar venció por decisión unánime al argentino Nicolás Luques, el sábado en Culiacán. Pero la victoria se complicó en varios momentos y hubo episodios en las que el hijo de JC Chávez recibió golpes por descuido. La guardia abajo, sin precaución, que permitieron al rival asestarle potentes zurdazos que zarandearon al mexicano. Al final el rostro de Omar tení­a estragos por la pelea.

Omar sigue sin estar bien, dice Rodolfo; ganó, pero no me gustó. Si sigue así­ no tiene caso que continúe en el boxeo y haciendo pasar corajes a su padre.

Rodolfo está aún más perturbado porque asegura que estuvo muy atento a su entrenamiento, pero ni así­ funcionó como se esperaba. No tira golpes, reclama; le pegan mucho, mejor que ya se retire.

Al terminar la pelea, Rodolfo ya no pudo hablar con su hermano Julio César, pues se habí­a marchado enfurecido por la actuación de su hijo. Lo único que hizo fue decirle a Omar que lo pensara bien y que tal vez era momento de dejar los guantes. Y el joven peleador sólo se quedó en silencio.

No sé qué lo detiene, también su hermano Julio César júnior, explica Rodolfo; parece que se dejan golpear a propósito o yo qué sé.

Mi hermano Julio hace coraje porque si quisieron seguir sus pasos, pues que lo hagan lo mejor posible, pero no de esta manera, agrega.

Rodolfo también se siente agotado después de tanta insistencia y de la imposibilidad de cubrir los resultados que les han acarreado andanadas de crí­ticas.

Omar, por ejemplo, viene de dos derrotas, estaba obligado a verse bien, considera; mejor que se salga y se dedique a entrenar jóvenes, porque eso le sale muy bien. Tal vez esa sea su verdadera misión y no estar arriba del cuadrilátero.

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