Al Toluca le faltó un gol para hacer la diablura al América en el Azteca

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La épica merodeó el estadio Azteca, pero sin hazaña. Casi muerto, el Toluca estuvo a un gol de dejar fuera al América, pero ese tanto no llegó. Las íguilas eliminaron así­ 3-2 (global 5-4) a los Diablos Rojos para avanzar a la semifinal. Ahora, la serie será ante sus rivales naturales, Pumas, mientras Cruz Azul enfrentará al Monterrey.

Un duelo con emociones anticipadas. América regresó del Nemesio Diez con un empate 2-2 que le reservaba una ligera ventaja por el gol de visitante. El escenario obligó a los Diablos a salir desbocados y con inspiración de carniceros con tal de revertir en el duelo de vuelta esa incómoda situación.

Cierta confianza se percibí­a en los seguidores americanistas, quienes formaban caravanas para llegar al estadio. Un ambiente festivo, vendedores de toda la parafernalia futbolera que ofrecí­an además, siempre oportunos, el producto de temporada: la máscara de López Obrador para apoyar al equipo amado.

Los Diablos empezaron con esa disposición a no desperdiciar ni segundos ni espacios. Empujaron para mostrar el músculo y pronosticaron un juego épico. Pero sin aspavientos, América los aplacó en su primera jugada a los tres minutos.

Henry Martí­n se desplazó por la derecha y mientras enfilaba rumbo al área, la zaga se concentró en bloquearlo. El olfato le sugirió que habí­a que deshacerse de la pelota, pero al extremo opuesto, donde Cecilio Domí­nguez corrí­a sin sombra. La recibió y entró al área, los Diablos se fueron tras él como perros de presa y lograron anularlo; la pelota quedó a la deriva y Roger Martí­nez apareció resplandeciente: recortó y la empujó de forma histriónica. El primer tanto dejó mudos a los escarlatas.

Demasiado pronto para el pesimismo. El Toluca se sacudió con ánimos de recomponerse. Cualquier anotación que hiciera se volverí­a oro puro. Sólo un viejo lobo podí­a devolverle el aire. Y Rubens Sambueza la tuvo.

Al cuarto de hora, Sambueza le ganó a la defensa, amenazó el área y el empate fue más posible que nunca. Agustí­n Marchesí­n salió a dejar la vida y obligó al delantero a apurar su disparo. La presión funcionó, porque el portero pudo atajarlo, aunque no logró quedarse con el balón. Hubo un segundo remate, pero la zaga esta vez estuvo lista para rechazar el disparo.

El curso del melodrama le dio el papel más sufrido al Toluca. Al minuto 23 Mateus Uribe envió al área la pelota; Bruno Valdez la hizo suya, la calculó en un clavado y la conectó con la cabeza para meter el segundo del América para horror escarlata. Osvaldo González, quien debí­a marcarlo, se quedó inmóvil, reviviendo la peor pesadilla de un defensa. El técnico Miguel Herrera se descompuso de euforia, gritos y rodillazos al aire. Hernán Cristante, entrenador de los Diablos, mudo y con el rostro tieso.

Lejos de recortar la desventaja, los jugadores escarlatas se veí­an preocupados, distantes, y el rival estuvo cerca de hacer aún más grande el marcador. Cecilio Domí­nguez lo intentó un poco apurado, cruzó el tiro y un ligero desví­o de Rodrigo Salinas salvó al Toluca.

El medio tiempo fue un remanso para recuperar fuerzas en las lí­neas americanistas. Para Toluca era una pausa para encontrar explicaciones y tratar de encontrar, de ser posible, algún aliciente que levantara la moral de la tropa.

Al volver el ritmo fue vertiginoso. Unos querí­an consumar lo que habí­an empezado; otros, desesperados por protagonizar una hazaña. Apenas regresando, Luis Quiñones tuvo el primero del Toluca. Cruzó un disparo que muchos vieron que iba adentro de manera irreversible, pero Marchesí­n estaba inspirado y salvó su meta.

La respuesta no tardó. Domí­nguez amenazó con otro para la cuenta americanista. Cuando sólo bastaba empujarla, la mandó a las gradas.

Entonces Rodrigo Salinas metió fuerza gratuita en una entrada sobre Luis Reyes. El árbitro César Ramos no dudó en expulsar al jugador choricero. En los reclamos, aquello estuvo a punto de volverse una pelea campal, pero todo quedó en bravuconadas y manotazos.

El América de inmediato aprovechó la ventaja y Paul Aguilar prendió una pelota que parecí­a perdida con una volea para el tercero de las íguilas al minuto 55.

Un escenario adverso sólo puede ser llevado sobre los hombros por aquellos que tienen los nervios templados como Sambueza. Un tiro libre, y con furia la mandó al fondo para el primero de Toluca, al 67.

El suspenso entró en ese momento. Aun con un hombre menos, estos Diablos empezaron a soñar con un par de tantos más que les diera el pase a semifinales por la ví­a del gol de visitante.

Y William da Silva, en el minuto 86, hizo de esto una historia escrita por un demente: hizo el segundo del Toluca. Dejó a los escarlatas a sólo uno de meterse a semifinales.

La hazaña ya no tuvo tiempo. Toluca quedó fuera, aunque hizo pasar momentos de angustia al América.

Con un jugador menos es muy difí­cil, dijo Cristante; el equipo tuvo vergí¼enza y nos pusimos cerquita, pero son muchas cosas, como las ganas de querer trascender. Tuvimos una temporada irregular, con buenos momentos, pero siempre nos faltó un poco.

Herrera reconoció que el equipo funcionó bien hasta el minuto 70; después caí­mos en excesos de confianza. Dijo que contra Pumas no creo que haya favorito.

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