Manejar En Carretera.

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Desde Esta Esquina / Meliton Guevara Castillo.

¿Es igual manejar en la ciudad que en carretera? Si y no, creo que todo depende de quien manera; en esencia, quien lo hace, en uno u otro lugar, debe reunir varias condiciones; en principio, pues que sepa manejar. Entendiendo que no basta con dar el encendido, ni pisar el acelerador o el freno, ni dar vuelta a la derecha o izquierda con el volante. No, además de los reflejos, es pertinente conocer el vehí­culo, la carretera y atender las señales de vialidad.

La carretera Rumbo Nuevo, la que conduce de Victoria a Jaumave, con cierta frecuencia es el escenario de accidentes viales; hubo uno, este miércoles, con el saldo de una persona fallecida y 12 heridos. Por las notas informativas se desprende que el accidente lo ocasiona la impericia de un conductor al pretender rebasar. Fueron, al final, 6 vehí­culos los que fueron parte de la colisión.

LA EPOCA.

Una determinante para impactar el riesgo de accidentes es la época. No es lo mismo viajar en época de vacaciones o en diciembre. En esta ocasión, la navideña y el fin de año, las carreteras se inundan de vehí­culos. Visitar a las familias o, simplemente, salir a pasear; el caso es que, este miércoles al regresar de Matamoros fui testigo de cómo la carretera estaba inundada de vehí­culos; buena parte de regreso a la frontera. Por eso, en el puesto de revisión militar, el militar no paraba a nadie, daba paso libre.

Y es que, por la otra carretera, la Victoria-Monterrey en el puesto de revisión que esta poco antes del kilómetro 60 la revisión provoco filas enormes, de hasta 20 kilómetros. Llegaba, se leyó en las redes sociales, hasta el Barretal. Malestar, enojo, coraje… y es que todos, pero casi todos, solo piensan en llegar rápido a su destino. No les importa arriesgarse y es cuando el saldo vacacional deja de ser blanco: se hace presente la sangre y la muerte.

PRISA E IMPERICIA.

Cuando se viaja lo primero que se hace, o debe hacerse, es revisar las condiciones del vehí­culo. Ya en carretera, aunque se conozca la misma, que se haya transitado una y otra vez, hay que tener cuidado. Logre ver, en más de una ocasión, una larga fila de vehiculas, asemejaban una ví­bora, que se mueve y en más de una ocasión fui testigo de cómo al rebasar hasta fila hací­an… era mucha, mucha, la prisa de buena parte de los conductores.

La prisa no da buenos resultados. Vi carros rebasando en curvas, o hacerlo en tramos no permitidos. La cuestión es que, mientras no suceda nada de lamentare, se dice: no pasa nada; pero, en otros momentos, la catástrofe sucede en un parpadear, más si se conduce a una velocidad que no permite aplicar el freno al botepronto y sucede lo inesperado. Eso fue lo que sucedió, sin la menor duda, en la carretera Rumbo Nuevo.

EL ARTE DE REBASAR.

Hace tiempo, una compañera universitaria, una tragedia enluto su familia. Un tráiler, doble remolque, rebasa a un vehí­culo; con el movimiento, bamboleo de la última caja toca el vehí­culo que conduce su hermano. Fue en la Rumbo Nuevo: ahora, este miércoles, volvió a suceder, pero fue de frente. Para rebasar una camioneta invade el carril contrario, no tuvo tiempo de retomar su carril, y el impacto fue de frente: el saldo, un muerto y 12 heridos, así­ como 6 vehí­culos colisionados.

La prisa del conductor de la camioneta, quizá también su impericia para manejar, tuvo un costo: la vida de una persona, las 12 lesionadas y, además, 6 vehí­culos destrozados o semidestrozados. ¿Se arrepentirá de su decisión de rebasar? ¿Qué ganaba o que perdí­a para arriesgar un costo alto en vidas y salud así­ como en daños materiales? Ante la prisa, o la impericia de un conductor, no vale la precaución, menos las señales del tráfico, que previenen conductas de riesgo.

EL TIEMPO.

Cuando se sale a carretera el tiempo es esencial. A partir de ahí­ hay que tomar otros factores: distancia, si es lí­nea recta, hay muchas curvas o se atraviesa una montaña. Hay que planear la salida y la llegada, para eso, hay que destinar el tiempo suficiente, para no ir a las carreras, ni lamentarse de retrasos. Por las prisas, luego, las lamentaciones son mayores, porque no se miden riesgos, lo que se quiere es llegar a tiempo para cumplir

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