“Salones de baile en los 50, centros de salud para mejorar el humor”

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Ciudad de México. La noche y el pecado propician un sinfí­n de historias. Sin embargo, hay personajes que se deben traer de vuelta para darles voz debido a que sus relatos fueron opacados por los de las “grandes personalidades”. Hablar de las prostitutas, de los pachucos o de esa sociedad relegada e invisible es muy valioso.

Así­ es como la investigadora Gabriela Pulido Llano presentó ayer los libros El mapa rojo del pecado: vida nocturna en la Ciudad de México 1940-1950,editado por el Instituto Nacional de Antropologí­a e Historia junto con la Secretarí­a de Cultura, y Sensibilidades negras y mulatas en las narrativas audiovisuales del siglo XX: Colombia, Cuba, México y Panamá, publicado por la Universidad de Cartagena.

“Además de hablar de aquellos personajes ignorados durante los años 40 y 50 –enfatizó Pulido Llano–, también es importante ahondar en los lugares emblemáticos que visitaban, los cuales siguen alojando miles de historias durante tantas décadas. De esta forma se puede brindar un contexto cultural más completo abarcando la cotidianidad y el ocio.

“Los salones de baile –añadió– se pueden concebir como centros de salud, donde los visitantes pueden mejorar su humor, socializar, recuperarse de la hipertensión o de la diabetes y simplemente alegrar su dí­a.”

El mapa rojo del pecado: vida nocturna en la Ciudad de México 1940-1950reúne un análisis del discurso del miedo a la ciudad, construido por la prensa durante esas décadas, y tiene como núcleo la temática de la vida nocturna.

Se divide en tres apartados: “El espectáculo y vida nocturna”; “Cabareteras, cinturitas y policí­as”, así­ como “Pachuquismo, tongolelismo y la ciudad del vicio”, los cuales explican la contraposición de visiones y valores sociales en torno a la irrupción de nuevos teatros, antros, cabarets y bares; también, la expansión de una nueva corporalidad sensual femenina muy significativa, de cuerpos con poca ropa, bailes exóticos y rostros maquillados.

Asimismo, presentaciones desinhibidas, el papel de los medios de comunicación y la doble moral de la sociedad.

Al acto, efectuado en el Salón Los íngeles (Lerdo 2016, colonia Guerrero), también acudieron Pável Granados, representante de la Fonoteca Nacional; Ricardo Melgar, antropólogo e historiador de origen peruano; Miguel Nieto, dueño del recinto de baile; Emma Yanes, titular del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesaní­as; la poeta Gabriela Cantú, también directora general adjunta del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, y el profesor Leopoldo Gaytán.

Durante su intervención, Emma Yanes precisó que los centros nocturnos representan un lugar de paz, donde la recreación y la alegrí­a siempre están presentes.

“Pero, ¿qué es el pecado? El pecado puede ser deseo, el deleite o el goce. Es evidente, tiene muchos significados. En los años 50 implicaba permitir la voluptuosidad del cuerpo para provocar deseo. Este trabajo nos da un mapeo donde podemos ubicar los principales cabarets y casas de cita, prostí­bulos y salones de baile, catalogados para la moral de la época como centros de vicio y perdición, que atentaban contra las buenas costumbres.”

Negras y mulatas

La poeta Gabriela Cantú y el profesor Leopoldo Gaytán presidieron la presentación de Sensibilidades negras y mulatas en las narrativas audiovisuales del siglo XX: Colombia, Cuba, México y Panamá, ejemplar que recopila 11 ensayos del mismo número de autores, quienes abordan la circulación de las sensibilidades negras y mulatas en el Caribe, las cuales se manifiestan a través de la piedad popular, las prácticas festivas, los espectáculos públicos, los medios de comunicación, la danza, la música, la otredad, la transfiguración de la rumbera en danzón y la representación del negro a través de imágenes del cine mexicano de 1931-1970, entre otros.

“Las mujeres de los años 40 y 50, así­ como las negras y mulatas, son figuras representativas en nuestro contexto social y cultural. La finalidad de estas iniciativas editoriales es dar un panorama histórico que pueda beneficiar los códigos del deber ser, tanto en hombres como en mujeres”, dijo Gabriela Pulido.

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